La Clarisa que imaginé |
Clarisa es larga como un destello inverso que saliera de la
tierra, pero no lo parece. Si te cruzas con ella y no te fijas, ni lo notas. Y
si te fijas, tampoco. Porque la luz que irradia no ocupa lugar, va hacía arriba
como el vapor, como los buenos deseos que no se ven. Y llena de lo mejor de sí
misma el espacio que va de ella al cielo, al infinito, porque le pertenece. Y
viceversa. Lleva sombrero cuando quiere, y cuando no quiere, no. Sonríe sin
motivo visible, pero lo tiene. Y su falda se extiende hasta sus tobillos, o
más, o menos. Lleva un bolso enorme, donde guarda la vida de tres meses antes y
tres meses después del día en el que vive. No está sola pero, a diario, escoge
vivir sola a diario. Por la noche mira caerse la luna por los lados de su cama,
hasta que se duerme.
Pero una tarde naranja de otoño se cruza con él en el camino
que lleva al granado. Él, desde lejos enseguida ha percibido el no acabarse de
esa muchacha de luz. Aun cuando no ha llegado a distinguirle el rostro, decide,
porque ya lo sabe, que la ama. Ha comenzado a hacerlo como si fuera un
chaparrón que llega a mitad de camino. Una tormenta que descarga sin esperarlo
en medio de un día de sol. Y se acerca a ella dando gracias a la vida por ese
temporal. Y ella, que vive sola porque lo elige, le dice, ni sonriendo ni no,
qué estás mirando. Toda esa claridad bajo este aguacero, piensa él. Pero,
empapado, contesta, nada, creí que te conocía. Y es cierto, dice ella, pero aún
no nos hemos visto. Nos estamos pensando todavía.
Esa noche ella vacía su bolso para dejar espacio y recoge,
pensando que para siempre, la luna desparramada en su cuarto.
Relato con el que participé en enero en el Concurso de Relatos Cortos de Red Acsuras, sobre igualdad. Para ti, Mària.
¡Ay! Cómo me gusta, Miguelángel. Este cuento tiene magia y belleza por cada recodo de sus letras.
ResponderEliminarUn abrazo.
Prosa poética de altura.
ResponderEliminarMe gustó mucho.
Abrazos dobles.
¡Qué maravilla! Da gusto leer tus letras. Nunca decepcionan :-)
ResponderEliminarUn abrazote.
Gracias, SARA, LOLA, MJ. Lo que es un gusto es recibir siempre vuestras visitas y comentarios.
EliminarUn abrazo para cada una.
Me ha parecido extraordinario.Tiene humor,ironia, sensibilidad un no, pero si....
ResponderEliminarClarisa se desvanece en un pensamiento,en un sueño.
Saludos
Qué bonito, con ese sello tuyo que lo impregna de humor y ternura. Siempre es buen negocio leerte, suben los enteros que me hacen sentir bien.
ResponderEliminarUn beso.
Don Flores, un relato que gusta leerlo por esa prosa que va y viene y te entretiene de tal modo, que no quieres que acabe nunca. Te ha quedado muy bien la Clarisa.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Don.
Anna, creo que has captado muy bien mi idea.
EliminarGracias, Paloma, por tu visita y tus palabras.
Don Jarque, Clarisa es como si me lo hubiera ido contando ella misma al oído. Queda cursi, pero así fue. Escribí sin frenos.
Abrazos y un beso.
Cuando te pones dulce, lo eres...Cuando te pones trágico, lo consigues y muchas cosas más. Ya lo sabes, me gusta venir e impregnarme de tus letras, hoy lo has conseguido en su totalidad...¡Ay, Clarisa!
ResponderEliminarBesicos escritor.
Me gusta Clarisa, me gusta mucho como lo has descrito.
ResponderEliminarBesicos muchos.
Bellísimo... me hace sentir que tengo que vaciar mi bolso también y dejar espacio... y recoger la luna que a veces parece un manchurrón de leche en el brillo de mis zapatos! :-) Gracias por compartir esta maravilla, Miguelángel!
ResponderEliminarAy, Clarisa, Clarisa. Ay, Cabopá,Cabopá... Gracias por tus visitas que me encantan.
EliminarGracias, Nani, que ahora ya sé tu nombre, por decirlo.
Mo. creo que tú tienes mucho de Clarisa. Lo sé por tu forma de escribir, que me enamora.
Un abrazo para cada una.
Me has llevado a imaginar a tu Clarisa como esa nube de infinitas posibilidades a las que, segun la física cuántica, se reduce la materia. Todo ocurriendo al mismo tiempo, todo disponible, pero percibiendo, desde nuestros ojos, solo aquello que elegimos ver. Yo también elijo, elijo ver la belleza de tu relato. Un abrazo.
ResponderEliminarEnhorabuena este micro destila magia y calidad por todas sus líneas, cómo he disfrutado leyendo.
ResponderEliminarGracias por deleitarnos con historias así.
Fuerte abrazo.
Me gusta ese "nos estamos pensando todavía"...Precioso texto Miguelángel...
ResponderEliminarBesos desde el aire
Pedro, ahora que lo dices, es cierto, tiene impregnado algo de física cuántica, de sus teorías, vaya. Gracias por tu comentario.
EliminarYolanda, me alegro que te haya llegado de esa manera. Es un gusto saberlo.
Sí, Rosa, y creo que tiene mucho que ver con lo que apunta Pedro más arriba.
Abrazos
Este relato es como el último caramelo que encuentras en el bolsillo cuando creías que ya no tenías más, y entonces lo que te pide el cuerpo es saborearlo poco a poco, sentir como se derrite lentamente en tu boca mientras disfrutas de cada tono, de cada matiz de su sabor. Así me he sentido.
ResponderEliminarLuego llego al final y descubro que tiene dedicatoria y entiendo -entonces- que es uno de esos relatos que están tecleados por el corazón. Y sonrío. Y disfruto. Y pienso en Màría y la sonrisa que tendrá ella.
¡Chapeau!, Don Miguelángel.
¿Qué más puedo decir?
Un abrazo admirado.
Miguel Angel, he de decir y digo que de las últimas cosillas que te voy leyendo (cosillas, no en despectivo, por pequeñas, pues bien sabes que son grandes) esta me encanta. Despierta mi imaginación, me hace sentir y conocer a Clarisa, me gusta el aguacero, y me encanta tu forma de contarlo.
ResponderEliminarEnhorabuena por este corto, que, con dedicatoria a Maria, pues ...¡estará emocionada! porque si un hombre te dedica lo mejor de sus letras...., en fin ¡qué voy a decirte que ya no sepas!.
Un abrazo muy fuerte y gracias por regalarnos esta historia.
Me ha gustado esta Clarisa. Me ha parecido verla esta mañana :D
ResponderEliminarUn saludo
Qué delicia leerte, Pedro. Tanto si escribes relatos como si haces comentarios. Creo que eso no se prepara va con uno, es un don. Un don que tienes.
EliminarPues fíjate, Laura, que Mària es mi sobrina, la hija de mi hermana. Y es que realmente tiene mucho de Clarisa, pero mucho.
No me extrañaría, Henry. Clarisa despierta con los primeros rayos.
Un abrazo de los buenos para cada uno.
Derrochas sentimiento, medido en palabras impresionantes, cargado de sencillez, ternura, candidez. Eso lo hace sublime, sentimiento limpio, una joya.
ResponderEliminarTan bien como siempre.
Un fuerte abrazo
Pues es una pena que la guarde porque abrazados podrían disfrutar de esa luna desparramada que seguramente ya no olería a soledad sino a compañía.
ResponderEliminarEse bolso es maravilloso dónde todo se guarda y a veces cuesta tanto vaciar y la luna desparramada por la cama... en fin, ¿oyes mis aplausos?
Besos de gofio.
¡Cómo me gustan estas mujeres tuyas! Es un relato precioso, es sencillo y muy tierno. Me encanta.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias Francisco, me llega mucho tu forma de decirlo: sencillez, limpio...
EliminarLa luna la puede tener otras veces, Gloria. Ahora que disfrute de ese Sol que se le ha instalado en el pecho.
Estas mujeres mías!! Jajaja, me gusta eso, Nieves. Y me halaga que te gusten mis mujeres. Gracias. Jajaja, que buena.
Abrazos largos para las tres.
Tú blog ha sido todo un descubrimiento. Engancha. Tienes un estilo narrando que me atrapa. Algunos de tus micros me parecen brillantes. He aquí una fan declarada de su prosa, caballero. Una respetuosa reverencia.
ResponderEliminar... Nos estamos pensando todavía.
ResponderEliminarMe encanta!
Besos. Deo