domingo, 27 de octubre de 2013

La de los números rojos y otras crisis

Foto casera
Ayer Paulino se fue al cielo. Yo no lo vi irse, pero me lo ha dicho mi madre. Paulino es un ratón que no come queso, ni es gris ni tiene rabo. Pero mi tía si se lo encontrara suelto por la casa, chillaría lo mismo que si tuviera rabo.
Mi madre dice que ha sido de viejo como el abuelo; porque cuando se es viejo uno se va al cielo. Pero el hijo de la Celia del pueblo se fue el verano pasado y era un niño.
Yo creo que se ha ido de crisis, que según mi padre está acabando con todo, pero no me lo quieren decir porque soy pequeño. Aunque yo sé que lo peor de la crisis son los números rojos que vienen luego. Bueno, no sé que es peor. A mi madre, con lo del abuelo, le entró una crisis que le quitó las ganas de ir a la peluquería, y hasta de levantarse decía. A mí tampoco me gusta levantarme, pero creo que es por el colegio, porque los sábados y los domingos no me pasa. Pero como decía, el otro día le dijo a mi tía que no podía ir a la pelu, y que era por los números rojos. Así que no sé.
Esta mañana mi madre tenía los ojos que se le ponen cuándo ha discutido con mi padre. Pero anoche no los oí. Sólo sé que he dormido otra vez en la cama de ellos, que me chifla, y mi padre en la mía.
Luego mi madre me ha dicho que para mi cumple, que es el mes que viene, no lo vamos a celebrar en el “Happy Baby” con los de mi clase; que mejor en casa y sólo con mis primos. Mejor para ella, para los de mi clase no creo. Entonces ha vuelto a salir lo de los números rojos; y que yo tenía que entenderlo, que ya era mayor. Yo no sabía muy bien de qué hablaba. Al final me ha soltado que cuándo sea grande ya entenderé lo de los números rojos. O sea, como siempre. Y de mientras que me zurzan. Al rato como me ha visto un poco triste por esto y por lo de Paulino y todo, me ha dicho que no piense más en ello. Pero cuándo no me veía he seguido pensando.
Luego ha hablado otra vez por teléfono con mi tía, que es su hermana. Ha vuelto a decir algo de números rojos, después, de mi padre. Ha llorado un poco más al final. “Esta es la peor crisis de todas”, ha dicho. Pero no sé si se refería a la del abuelo, la de mi padre, la del Paulino, o la de los números rojos.

El el 2008 volví a quedar finalista en el Concurs de Literatura Ràpida. Microcontes 2008del Ajuntament de Sabadell. Como siempre, tenías noventa minutos para escribir sobre un tema que ellos te daban. En esa ocasión el tema fue la crisis (a la que ya se veía venir a los lejos), y el subtema, Los Números Rojos. En total, esto ya lo he contado antes, fueron seis años consecutivos participando y siendo finalista, hasta el año 2011, en el que gané el primer premio con Puentes.

domingo, 20 de octubre de 2013

Club de Lectura


El jueves pasado comencé a dirigir, por prescripción monicofernandina, un club de lectura de microrrelato en DIARIUM (espaidiarium), la microlibrería de Barberà del Vallès. Bien, pues en esa primera cita, intenté explicar qué era un micro y qué no era. Para ello utilicé diferentes definiciones, extraídas del linterné, de Manu Espada, Rosana Alonso, Ana María Shua, Jesús Esnaola, Fernando Valls y Wikipedia. Como dato curioso decir que hubo quien jamás había oído la dichosa palabreja. Luego pasamos a leer algunos ejemplos de lo que ha de ser una buen microrrelato. Para ello se leyeron de una breve selección que hice de DE ANTOLOGÍA  encuadernada maravillosamente (ya empiezo a ponerme folclórico) por Mònica y Fernando, que fue de lo más útil. Eso, y los bolis y libretas, artesanas y divinas (y sigo), con que ellos mismos nos agasajaron (ésta contrarresta las de antes, que ésta es fina). Comentar que fue para mí un “estar un poco en casa”, el tener para empezar por allí a Xesc López y a Antonia G. Lago. Muchas gracias por asistir, amigos.
Bien, continúo. Pues al final, y viendo que la gente no abandonaba y, muy por el contrario, comentaba y sonreía (señal ésta inequívoca de que uno es feliz en ese instante), me animé a anunciar el libro que han de traer leído de casa para el próximo mes (día 21 de noviembre). Que no es otro que el de LOLA SANABRIA (cómo no), PARTÍCULAS EN SUSPENSIÓN. También les entregué, ya animado, un breve cuestionario-juego que traerán rellenado y con el que, de alguna manera aún por determinar, agasajaremos (ya van dos) a los propios autores leídos. Jo, qué emoción. Antes, dándole aún más vueltas, le había propuesto a Mò y Fer hacer a su vez, y contando con los escritores, otro agasajo mensual (ya va siendo excesiva la palabrita) para con los asistentes al club. Pero esto, considerado por los tres como sorpresa a la que le falta ultimar detalles, no lo voy a desvelar. No aún. Tras la próxima cita lo cuento todo. Ya veremos si aguanto con lo cotillas que soy.

sábado, 12 de octubre de 2013

CLAREANDO

Foto casera

Hoy he visto salir apresurado a Sebastián, el oculista, de la tienda de encurtidos. Ha entrado en su óptica justo en el momento en el que Felipe, el dueño de las olivas y los pepinillos, aparecía por la esquina. Cuando éste ha llegado a su establecimiento, Mercedes, que es su esposa, justo volvía de la trastienda retocándose el pelo y la bata blanca. Al momento, Sebastián ha salido a su puerta a fumar nervioso y me ha visto en la ventana. Le he mantenido la mirada por primera vez. Y él a mí. Y justo en ese momento he decidido dar por terminado el luto. Ahora mismo me pongo ropa clara y voy a que me mire la vista. Ya va siendo hora de que me hagan un repaso.

Este relato ha sido leído por mi amigo, NICOLÁS JARQUE, en La Radio En Colectivo, que esta semana lo dedicaron a Las Infidelidades. Se leyeron relatos de, entre otros, Francesc Barberà, Elisa de Armas, Clara Obligado y Juan José Millás. Puedes escucharlos pinchando aquí. Todo un regalazo, Don Jarque, que te hayas acordado de mí de nuevo.

sábado, 5 de octubre de 2013

Visto y no visto

Foto de la convocatoria
Cuando era pequeño desaparecía. Todos creemos hacerlo al taparnos los ojos de niños. Y yo me iba cuando algo no me gustaba. En casa, las primeras veces les hizo mucha gracia y todos participaron en mi búsqueda. Yo los veía a través de mis dedos, mirando tras el sofá, bajo la mesa, entre las cortinas. Y acababa apareciendo cuando menos lo esperaban ante la tele, subido al sofá, en la ducha. Pero un día comenzaron a reñirme por ello. Y es que, había aprendido a hacerlo de verdad y se llevaban, pobrecillos, unos sustos tremendos cuando volvían a verme de sopetón.

Hace unos cuantos viernes, participé en Los Viernes Creativos de Fernando Vicente. Esto es el resultado de haber arreglado aquello que presenté en su día, y que había escrito en unos minutos. Ya avisé que cuando lo colgará en el blog, lo barnizaría.