Esto es un sueño, aviso. No quiero engañar a nadie en la última frase. Es de noche, pero una noche con colores de día, y voy subido en una tórtola gigante, o algo parecido. Me dirijo volando a un montículo alargado que me suena a Montserrat. Por dentro está habitado como alguno de esos pueblos de las Alpujarras granadinas, y sale luz por sus ventanas. Al fondo hay dos lunas. Sé, porque en los sueños todo se sabe, que una es la de los enamorados; la otra, la del sesenta y nueve. Todo el cielo está estrellado, como el fondo de papel de mi belén de niño, al que le pegaba trocitos de la plata del chocolate. Llevo puesta una capa que me sigue, como una raya marina, pero sin agua. Y tengo una misión: salvar a una profe que tuve de mates, con gafas, y de la que todo el mundo se reía. Yo el primero. Ahora la quiero liberar a toda costa. No sé de qué, porque en lo sueños se sabe todo, pero no si es prescindible, pero he de hacerlo. Porque con ella siento que rescato a todos los feos. A todos los repudiados, a los débiles, a los marginados. A los pobres, que cada vez somos más, a los olvidados. A los que no tienen nada, y sólo tienen sueños. Esto último, tan poético, lo he debido oír en algún sitio, pero también vale. Y me rescato a mi mismo de todo aquello que me avergüenza en este mundo, haya sido yo, en persona, el causante o no. Esa es la sensación que me embriaga surcando el cielo estrellado sobre esa especie de gaviota blanca. Pero cuando llego allí, ya no hay montañas, ni lunas. Entre las piernas no llevo animales alados, nada más que lo que siempre tuve, y que no es lo mismo. Todo se ha ido achicando hasta desaparecer. Como si se fuera por un desagüe, el de los sueños. Donde el color relucía, ahora todo es blanco como un lienzo. Allí no quedan ni las gafas. Entonces me despierto, ya dije que estaba dormido, me acuerdo de la de mates y vuelve a importarme un comino. Y me quedo un rato mirando el techo que se ha interpuesto entre mí y el cielo, pensando con mi brazo bajo la nuca, en lo efímera que es la vida de los sueños. Ahí es cuando mi mujer se gira, me pregunta que en qué pienso tan temprano. Y le digo que no recuerdo dónde dejé la noche anterior el coche aparcado. Prefiero no inquietarla con lo de que los sueños no duran nada.
Esta es mi aportación al llamamiento que hizo Fernando Martínez (www.espiralesdetinta.blogspot.com), para homenajear a MOEBIUS, importante genio del cómic, autor de la ilustración de esta entrada, y que recientemente ha fallecido. Gracias, Fer, por mostrarme su arte.
¡Es muy bueno tu sueño!
ResponderEliminarYo diría que es más bien un alegato y perfectamente redactado...
Gracias por el globo y besicos amigo reciente.
Se me olvidó decirte que has quedado fijo en mi ventana, entre esos lugares donde me gusta asomarme...
ResponderEliminarBueno, podría decirse que es un sueño con alegato, o un alegato soñado. Pero también podría decirse que es un pego. Y lo admitiría.
EliminarEl tuyo también está hace días entre los blogs que miro, Cabopá.
Abrazos.
Enhorabuena Miguel Ángel!
ResponderEliminarMe has sorprendido mucho, mucho, mucho. Me quedo con la imagen genial de la capa que te sigue... cómo me gusta!
Que gran misión la tuya, que tristeza la facilidad con que se desvanece... gran historia, con pequeñas historias escondidas que a su vez esconden otras...
Un abrazo repleto de sueños!
Me gusta que te sorprenda. Eso es bueno. Aun así, sé que tu eres de las que me miran con muy buenos ojos, Mónica.
EliminarOtro abrazo para ti.
Oye, Miguel Ángel, escribes genial. El ritmo de la lírica es muy bueno y el hilo que tiras y ZaZ! te vas quedando pegadito a la pantalla. Un placer leerte y recordar al maestro
ResponderEliminarRubén, me has sacado los colores. Pero tranqui, me los he vuelto a meter. Eres muy amable, Rubén. Gracias.
EliminarUn abrazo.
Un rato de soñar despierto y mira a dónde te lleva. Subido a un palomo enorme y volando, volando... con detalles oníricos que el mismo Freud se está frotando las manos (lo que le queda de ellas) y espera para preguntarte por lo de la luna y eso de los animales alados.
ResponderEliminarAbrazos freudianos
Buen homenaje a Moebius
Ya, lo del sesenta y nueve me ha quedado un tanto ambiguo... Me alegro que te haya parecido buen homenaje, Xesc.
EliminarAbrazos.
Bueno Miguel Angel, creo que el tuyo es el último que me quedaba por leer, al menos de los que se han comprometido en "Espirales de tinta".
ResponderEliminarEstá claro que entender para que a uno le guste Moebius tiene que ser un soñador, o un onírico exibicionista. Me gusto tu sueño, tiene partes muy idas, pero en eso consiste ¿no?
Te he leido el de la venta de pisos también y me parece genial.
Creo que me quedare de alguna manera instalado por aquí...me encantan tus pegos.
Si quieres leer el mío...sigue la máscara.
Saludos.
Los último serán los primeros. Bienvenido Enmascarado, siéntete como en tu blog. Lo de las partes idas, por lo del palomo entre las piernas...? Ahora mismo voy a ver el tuyo.
EliminarSaludos.
¡Felicidades Miguel Angel , ¡vaya sueño más bonito y al por mayor te ha salido de la capa!. Tu globo me ha gustado y espero que Fernando cuando lea esta intervención, y también las otras, quede embebido en un sueño multicolor con el que poder cabalgar a lomos de sus pinceles.
ResponderEliminarUn abrazo soñador.
Laura.
Sí, un poco largo, verdad? Ves?, pero como no había bases, pues uno va, y se aprovecha. Te agradezco que hayas llegado al final, con las prisas que llevamos todos siempre.
EliminarQué bonito lo que dices, espero que Fernando te lo lea.
Un abrazo real.
Joder qué chulo!!! no sé si está bien meter tacos en un blog pero me salen... es como si tuvieras la infancia a la vuelta de la esquina, y, entre tú y yo, de éso hace algo más de una manzana...
ResponderEliminarUn estrujón.
Mària.
Mària (que bien queda el acento, ves?), en este blog se puede meter lo que se quiera (vamos, salvo faltar al prójimo, que eso ya se sobreentiende). Pues, que va, la sigo teniendo al girar la cabeza.
EliminarUn besazo.
Don Flores, sin duda ha sido un sueño muy especial en el que se han barruntando muchas circunstancias, logrando de esta forma, hilar un buen relato.
ResponderEliminarA veces, somos mejores personas en los sueños, o a la inversa, para eso están, también la escritura, que es un poco dejarse llevar por otros mundos distintos al de uno mismo.
Buen homenaje.
Un abrazo, Don.
Sí, y de eso habla el micro, creo. De los sueños, que a veces van por ahí como si no fuesen nuestros.
EliminarGracias, Don Jarque.
Essto... esa luna del sesenta y nueve tengo que encajarla...
ResponderEliminarMe gusta tu sueño, la verdad es que me has enganchado y no he podido despegarme de la lectura hasta el final, incluso me hubiera gustado que siguiera ese sueño para disfrutar más. Estaría bien eso de rescatar, sí.
Buen homenaje, me lo has hecho recordar, de verdad.
Besitos
Gracias, Elysa. Una pista: en el sesenta y nueve la luna fue la imagen en televisión más importante del año, con permiso de Salomé, claro.
EliminarUn abrazo.
Me ha encantado este sueño-globo, Miguelángel, poco puedo añadir a los comentarios que han dado. Es cierto que el final puede ser un tanto ambiguo, pero me parece bien enlazado y que sea ambiguo lo hace abierto para que lo pueda completar cada lector.
ResponderEliminarMuchas gracias.
De hecho, Fernando, creo que todo el texto es bastante abierto, que cada cual le puede dar una lectura particular, o ninguna. De hecho, yo mismo cada vez que lo leo le veo una interpretación distinta. Me alegro que te guste, Fernando, eres la mitad de los implicados.
EliminarUn abrazo.
Hola Miguel Ángel, me ha gustado mucho tu relato, mitad sueño, mitad desvelo, y el detalle de no contarlo; con eso podrás volver a montar sobre el pájaro alado de nuevo esta noche, y tal vez, si cuentas las horas, estarás más tiempo allí rescatando a tu profesora que rescatando a tu mujer, por lo que no sabría decirte qué es sueño y qué desvelo.
ResponderEliminarUn abrazo
Ni yo, Arte Pun, ni yo. Me alegro de que te haya gustado. Gracias por venir, y comentar.
EliminarUn abrazo.
Cómo decir de nuevo que me encantan tus textos...
ResponderEliminarAsí, lo has dicho muy bien y muy directo, imáginate, me ha llegado hasta dentro. Un abrazo, Mei.
EliminarMoebius estaría encantado con tu sueño...
ResponderEliminarBesos desde el aire
¿Tú crees, Rosa? Yo imagino que igual diría, tú de qué vas, listillo?
EliminarBienvenida, vuelve siempre que quieras, normalmente hay café hecho.
Abrazos desde el suelo.
¡Que sería de todos nosotros sin los sueños! Si se me hizo algo largo es por vicio propio. Me gustó mucho tu relato, Miguel.
ResponderEliminarSaludos!
Cuánto tiempo, Claudia sin venir por casa. Lamento que se te hiciera largo, pero que, a pesar de eso, te gustara.
EliminarUn abrazo, Claudia.
guauuu!!
ResponderEliminar...aunque lo primero que me ha venido a la cabeza ha sido lo mismo que a Mària (el taco) pero, en fin, que no me gusta plagiar.
Por cierto, me encanta ese "acentito", sobri, te queda genial!
Besos.
Deo
Pues sobre tu guau, miau. Del resto, monísimo, ya lo dije.
EliminarUn abrazazo, Deo.
Pero que alegría leer microrrelatos no estandarizados. Me gusta el tono con que se narra el sueño y la simpatía que presenta el narrador adelantando que es un sueño. Creo que se describe muy bien —el escenario de Moebius, al que no conocía— así como la marcha del subconsciente, su nobleza. El final me parece fantástico, ese mejor no digo la verdad. Me ha gustado tu relato.
ResponderEliminarGRACIAS, Ximens. Tu opinión es como un filtro para mí. Entendí que es un poco arriesgado este micro, (de hecho hay quien diría que no lo es, y yo no se lo discutiría). Jugué un poco sin reglas. Pero, qué es escribir, si no es un juego.
EliminarUn abrazo, Ximens.
¡Qué pena que ese sueño no sea realidad! Me gustó mucho. Y está muy bien el aviso que haces en el inicio, porque me repatea que te monten un engaño. Muy bueno.
ResponderEliminarAbrazos ensoñadores.
Coincido contigo, Lola. Uno debe llegar al final despistado, no engañado.
EliminarUn abrazo real.
Los sueños van por su cuenta, pero siempre significan algo. Seguro que si el prota lo analiza libremente encontrará las causas de su inquietud...
ResponderEliminarY en cierta forma son como la vida, mientras los vives son interminables, en retrospectiva parecen fugaces.
En literatura, uno ha de construirse sus propias reglas; las de los demás están para saltárselas. O eso creo.
Saludos, y buen finde.
Es un gustazo para mí verte aquí, Alberto. Y de que le saques algo de punta a lo que escribo. Seguramente al prota le pasa como a casi todos, sueña grandes cosas para olvidarse que es demasiado humano.
EliminarUn abrazo, Odys.
¡Casi me pierdo este relato! Fantástico, nunca mejor dicho. Qué alegría me da cuando leo textos así, tan buenos...
ResponderEliminarMoebius era un genio. Y la idea de Fernando de homenajearlo me ha parecido genial. Todos los textos que he leído hasta ahora le hacen verdadero honor.
Abrazos.
Sara, de hecho, te echaba de menos. Y sí, fue una gran apuesta de Fernando, y ta tenido una gran respuesta, y algunos de mucha calidad.
ResponderEliminarUn abrazo, Sara.