En mi bloque se va la luz cada poco. Casi siempre de
noche. Cuando ocurre salimos a la escalera, sorprendidos de nuevo, a quejarnos
entre nosotros. Hablamos unos con otros, lamentándonos y criticando a la
compañía que nos deja en tinieblas. Comentando sobre la incidencia parece que la
espera se hace más llevadera. Siempre acabamos derivando en el resto de lo de
vivir. Eso sí, conversamos a oscuras. Como mucho, tanteas con las manos a ver si
tienes delante a Doña Lola o a Luisín. De esta forma, en realidad no sabes con
quién discutes, y todos respondemos a todos según nos van interesando las
diversas conversaciones. Y nunca aciertas a saber si te contestará el del cuarto
o el de enfrente. Creándose así una cantidad de hilos dialogales que van y
vienen del sexto al bajo que, si fueran reflectantes, harían que se viera
perfectamente una maraña luminosa a la altura del tercero.
Antes permanecíamos allí hasta que volvía la claridad. Pero desde hace un tiempo, no. Ahora, antes de su restablecimiento, cada uno, como si tuviera mucha prisa, acaba metiéndose pronto en su piso. O en el que cree, a oscuras, que es su piso. Luego, cuando retorna, si te pilla en casa extraña, pides disculpas, como todos, y te vas discretamente a continuar con la vida alumbrada que te ha tocado. Los fallos eléctricos vienen sucediéndose últimamente con más frecuencia de lo habitual. Y duran más. Continuamos culpando a la hidroeléctrica por costumbre cuando salimos, pero ahora son más cortas las tertulias. Lo fundamental, eso sí, es no hablar, jamás, de dónde sorprendió a cada cual la llegada de luz las veces anteriores y, mucho menos, de lo que ocurrió en su ausencia.
Antes permanecíamos allí hasta que volvía la claridad. Pero desde hace un tiempo, no. Ahora, antes de su restablecimiento, cada uno, como si tuviera mucha prisa, acaba metiéndose pronto en su piso. O en el que cree, a oscuras, que es su piso. Luego, cuando retorna, si te pilla en casa extraña, pides disculpas, como todos, y te vas discretamente a continuar con la vida alumbrada que te ha tocado. Los fallos eléctricos vienen sucediéndose últimamente con más frecuencia de lo habitual. Y duran más. Continuamos culpando a la hidroeléctrica por costumbre cuando salimos, pero ahora son más cortas las tertulias. Lo fundamental, eso sí, es no hablar, jamás, de dónde sorprendió a cada cual la llegada de luz las veces anteriores y, mucho menos, de lo que ocurrió en su ausencia.
Este es uno de los dos micros que envié al concurso Historia de Portería, de La Esfera Cultural. Ambos fueron seleccionados para aparecer en la edición en papel que pronto será publicada. Pinchando en el enlace te llevará a conocer a los demás seleccionados, finalistas y al relato ganador. Allí podrás escucharlo también narrado por La Voz Melodiosa, una delicia.
Lo leí este verano. Me gustó. Me pareció original que toda la trama circulara en torno a los apagones... cada vez más frecuentes. Y recomendé leerlo, como he vuelto a hacer yo ahora.
ResponderEliminarUn beso, Miguelángel
(Fue un gusto ver a tantos amigos por allí)
Será estupendo compartir páginas contigo.
ResponderEliminarUn felicidades grande y un ósculo. Por cambiar.
Encantada de aparecer a tu lado. Muy original la historia.
ResponderEliminar;)
Petra, vengo de tu casa. Bueno, de nuestra casa de tu casa. Este concurso es de lo poco que nos ha mantenido vivitos este verano.
EliminarCuántos llevamos, Paloma? Digo de libros, de lo otro son incontables.
Jo, Yolanda, vamos a estar como en familia.
Tres abrazos en femenino, que son iguales pero en femenino.
NO lo leí entonces, Miguelángel y me alegra que lo compartas aquí porque es un micro estupendo.
ResponderEliminarEstá hilvanado con un humor fino, donde hace gracia exactamente lo que no se dice, un humor muy inglés.
Enhorabuena por esa doble publicación.
Un abrazo,
¿Quién ha apagado la luz? ¿Quién es esta rubia que estoy palpando? ¿Cómo sé que es rubia?... Parecía todo como una sala de esas que está a oscuras para... bueno... Me voy con la rubia.
ResponderEliminarBuen relato. Nos leemos en el libro :D
Un saludo
Miguelángel, tienes un sello propio que te caraceriza y que te deja siempre entre una sonrisa en los labios y un rictus extraño en la comisura de pura envidia. Me ha encantado. Qué cantidad de historias hay detrás de esos apagones, que yo creo que son intencionados. Me recuerda la historia que me contaron en Venecia sobre cómo las mujeres de los pescadores pintaban sus casas de un color muy fuerte y distinto a las demás, para que los maridos, algo borrachos, no se metieran en las de las vecinas. Un abrazo (espero verte pronto en Barcelona, creo que iré a La Microbiblioteca).
ResponderEliminarME alegro de que te guste, Pedro. Es más, me halaga siempre que te guste. Sabes, es que soy de Córdoba, pegaíto a la Bretaña. Es broma. Que esté pegaíto digo, que soy, sí es cierto.
EliminarHablas de los cuartos oscuros? Allí no hay rubias precisamente, Henry... Jejejej.
MAR!!!!! Qué bien que volviste. Me he acordado de ti este verano.
Qué gracia la historia de Venecia. Jajaja. En este caso mío, son ellas las que compran el vino.
Abrazos para tres.
Ah, Mar, por supuesto que nos veremos en Barberà. Allí estaré para ver como te coronan...
EliminarQué maravilla, Miguelángel. La naturalidad, el sentido del humor, la capacidad de llevar la trama con sutileza creando sobreentendidos hasta el final. La carga humana, como siempre, detrás. Me gusta mucho cómo escribes.
ResponderEliminarFuerte abrazo posveraniego.
Lo lei y... ahora ¡puedo releerlo!
ResponderEliminarQué bien
Jope Miguelángel, qué entramado más simpático. Éste no lo conocía, aunque sí creo haber oido otro tuyo en la radio de la Esfera, pero es genial y desde luego cómico.
ResponderEliminarUn abrazo
Susana, usando tus palabras, me gusta mucho cómo me lees. Eso hace mucho.
EliminarLuisa, me alegro que lo releas y te siga gustando. Buena señal.
Sí, creo que leyeron los dos. Creo no, lo sé. El otro lo colgaré en breve también.
Tres abrazos, pongo cuatro por si acaso.
Ja,ja...¿sabes de qué me río? de la historia veneciana que te cuenta Mar. La había oído en otra ocasión y desde entonces siempre pienso que muchos temas de adulterio se solucionarían "pintando las casas por dentro y por fuera DE COLORES"!!!!. Las calles serían mucho más divertidas que esos ladrillos caravista marroncitos y aburridos.
ResponderEliminarSabes que te leí allí, y sólo me queda ¡felicitarte por la inclusión de tus dos relatos!. Te tendré en mis manos cuando se edite ¡yupi!.
Un beso Miguel Anguel.
Yo no lo había leído antes, así que para mi fue una agradable sorpresa. Muy bueno, me hace pensar que en verdad hay muy buenos escritores en la net.
ResponderEliminarUn abrazo.
HD
Gran aplauso con ovación a esta historia contada con un humor fabuloso. Aún así, da lugar a muchas pero que muchas historias que nos podrías contar. Esa comunidad es un cachondeo puro y tienen que dar las gracias a su compañía eléctrica.
ResponderEliminarUn abrazo grande, Miguel Angel.
Sí, Laura, es que lo de Mar da para un libro de micros... Y, efectivamente, me tendrás en tus manos cual Marta a Carlos Baute...
EliminarGracias, Humberto. Viniendo de ti es un halago XXL.
Bueno, Sigrid, a su compañía, por ponerlos en la vereda... Jejeje
Unos abrazos.
¿Cual Marta a Carlos Baute?...já,já...esa canción ...¿no es un pelín empalagosa? ....
EliminarOye, estás mencionado en mi blog por lo de ACEn. ¡Felicidades Carlos!...digo ...Miguel Angel.
Enhorabuena por la publicación.Me ha encantado esa doble vida, con y sin luz, de toda la comunidad. ¡Qué sospechoso tanto apagón!
ResponderEliminarUn abrazo
Muy divertida tu historia de porterías. Esos apagones tan oportunos y tan largos últimamente, me da que los vecinos le han cogido el gustillo al asunto. Esta historia tuya daría para más relatos.
ResponderEliminarBesitos
Nieves, a mí también me hizo sospechar desde el primer momento...
EliminarElysa, creo que por ahí va la historia. Yo también creo que han encontrado una forma de escapar de la rutina, de vivir otra vida, sin más consecuencias...
Dos Abrazos Domingueros.
Jjajajjajaj pillín!!!
ResponderEliminarGracias por las risas y enhorabuena por la merecida publicación.
Besos desde el aire
La comunidad que oscurece unida, permanece más unida.
ResponderEliminarY es una buena manera de ahorrar. Voy a proponerlo en mi bloque.
Fantástico como siempre. Un beso.
Rosa, a quién no le gustaría vivir una experiencia así, y que no quedara rastro al volver la luz??
EliminarAntonia, si consigues implantarlo, me pienso yo lo de mudarme...
Gracias a las dos, y dos abrazos.
Claro, Carla, no hay problema. Bienvenida, y me alegro que te guste lo que has visto. Todo tuyo.
ResponderEliminarSaludos.
Miguelangel, ya te comenté allí. Ahora releo y disfruto mucho más. Es divertido y visual (maraña luminosa). A mi me gusta mucho el tono que suena en mi mente a medida que lo leo, transita sin aspavientos, añadiendo información continuamente y metiéndome en el relato. Me encanta "continua con la vida alumbrada", como parto que cada uno nos ha tocado padre-madre, sin elegir. Y el silencio al hacerse la luz, la naturalidad. Sospecho una comunidad feliz, y todo por romper con esa exclusividad sexual que se implanta.
ResponderEliminarAcabo de terminar el libro "Los jardines secretos", que me regaló Miguel Ángel Molina vía Xavier Blanco por el quinto puesto en 99 palabras. Pues bien, decirte que si yo hubiera sido jurado, tu Besos sin ruidos hubiera sido el ganador, claro con el inconveniente que lo elegiría por mis gustos, traumas, fobias y demás condicionantes que hacen que una cosa te atrape o no. Me parece que ese jardín donde se esconde la niña es muy psicológico, truco que se hace la mente para poder sobrellevar los traumas. Felicidades por ambos relatos. Nos juntamos en Historias de Portería, en la biblioteca, jeje.
Ximens, a mí me parece como ese deseo que todos hemos tenido alguna vez de ser invisibles para hacer lo que no debemos. Sí, no hay duda de que es una comunidad feliz, en la luz y las sombras.
ResponderEliminarGracias, eres muy generoso con tus comentarios sobre los dos micros. El de Besos Sin Ruído es uno de los que más orgulloso me siento. Y ahora, que tu lo consideras ganador moral, mucho más. Gracias otra vez.
Un abrazo enorme. Y nos vemos en la portería...
Me encanta este microrrelato. Me encanta ese humor fino como han comentado anteriormente. Esa situación no tan cotidiana del apagón da para mucho, y tu lo has explotado muy bien. Enhorabuena. Un abrazo.
ResponderEliminarFrancesc Barberá
Es que un apagón da para mucho sobre todo cuando pones en marcha tu imaginación, a las pruebas me remito.
ResponderEliminarBesos de gofio