Le pide un cartucho de cerezas, granates como besos. Y ella, con la visión de la fruta acurrucada en la cárcel de sus dedos grandes, oye por dentro claramente un clic. Un cortocircuito que le hace parpadear seguido, y abrir de nuevo el abanico. Algo más, señora, le dice él. Y a ella, que quisiera decirle qué más querría, sólo le sale por la boca, un par de limones y la cuenta.
En la penumbra fresca del hostal, imagina que son ahora dos puñados de cerezas sus pechos, apresados entre esas manos morenas; que es cautiva, ella entera, de los brazos y piernas del frutero. Y el techo se le cubre de frutos encarnados que maduran, que revientan a un tiempo, que la inundan sin prisa con su jugo. Rojo que le va y le vuelve de dentro a fuera.
Cuando llega el fin del soliloquio de sus dedos, con los mismos abre la ventana. Él está enfrente, ante la puerta de su tienda, mirándola, jugando en su boca con lo que, está segura, es un hueso de cereza.
Este relato fue seleccionado (y van tres) en el pasado mes de septiembre en Esta Noche Te Cuento, cuyo tema fue Como Fruta Madura. Quedó en ese lugar junto a otros cuatro micros estupendos. Uno de ellos de Xavier Blanco (amigo de Simbomba, de batallas y de corazón). Otro de Paloma Hidalgo (una de las grandes). De Fran Rubio (otro que viene arrasando). Y Nieves Martínez (de la gran familia de ENTC). Gracias JAMS, desde aquí. Él es el auténtico responsable de todo esto. Y, en realidad, se llama Juan Morán. Mira tú.
Un texto que se hace leer lento. Que se paladea. El sentido poético y musical de las primeras frases es una delicia, y la sensualidad que resbala por toda la escena es de lo mejor que te he leído. Me gusta mucho, mucho, este texto, sobre todo ese final reflexivo, que juega con los sentidos y las distancias.
ResponderEliminarAbrazos admirados
Este micro me enganchó ya en la primera lectura y me ha encantado releerlo. Los sentidos se impregnan de sensualidad para terminar enardecidos en la imagen final, tras esa ventana abierta a la imaginación.
ResponderEliminarFelicidades por la merecida selección.
Susana, una sobrina mía a la que también torturo con mis cosas, coincidió en lo mismo: que se hace leer lento. Qué bien que te haya gustado tanto.
EliminarGracias, Yolanda. A mí también me gusta la imagen final, de ese señor de sus sueños, paladeando lo sucedido.
Dos besazos,
"rojo que le va de dentro a fuera" Esta frase es demoledora... Cuanto lirismo hay en todo tu texto, de ahí tu importancia en este lugar.
ResponderEliminarMe lo perdí, esta mañana lluviosa, ahora entre nubes y claros, me ha gustado paladearlo, porque se paladea desde mi ventana
Besicos, una vez más de felicidades.Amigo
Creo que ya te lo comenté allí Miguelángel, tiene un aire sensual estupendamente fino. De tan metafórico termina siendo si cabe bastante gráfico, a mi me recuerda a película francesa. Entre costumbrista y ese toque sensual que saben combinar.
ResponderEliminarUn abrazo cocampeón.
Me encanta que destaques esa frase, Cabopá. Pensé que casi pasaba despercibida, y me alegro que no sea así.
EliminarPues mira tu, Enmas, que a mí me viene más a la mente alguna italiana, de esas que transcurren en cualquier pueblo de la Toscana.
Dos abrazos, o más.
"Rojo, rojizo teñiste tus palabras de madurez infinita,
ResponderEliminarOsaste mezclar sensualidad con tus letras
soliloquios de dedos en la femineidad de ella
jugoso paladar el que la deleita".
Tu prosa, rozando la poesía, me inspira estos versitos de minuto y medio que te cuelgo en esta entrada para que sepas que por Vitoria ...hay quien admira tus letras.
Besos de sábado, como fruta madura. ;)
Miguelángel, una delicia volver a leer este micro. Esta mañana he probado la mermelada de JAMS y el rojo de su sabor enseguida me ha remitido a tus cerezas.
ResponderEliminarSerá todo un privilegio el volver a compartir páginas contigo cuando salga el libro de ENTC. Gracias por tus visitas a mi casa.
Nos leemos.
Qué lindo, Laura. Es como un pequeño resumen. Sabes que la admiración y, sobre todo el cariño, son mutuos. Qué pena que os tengo a todos tan abandonados estas semanas. Puñetero tiempo, la prisa que tiene el jodío!!!
EliminarFran, gracias a ti. Y volveré, eso está claro. Yo ya la tengo también la mermelada. Tarde pero certera, qué rica la condená!!
Abrazos para los dos,
Estupendo texto, como ya te han dicho: delicadeza, poesía, sensualidad en las dosis justas. Enhorabuena.
ResponderEliminarDe una finura exquisita en el tratamiento de una dimensión compleja y trillada en lo literario: la sensualidad. Me quedo, también, con esa sensación de paladeo al leerlo de la que habla Susana. Un acierto tras otro, querido. Un texto diferente, fresco, de una sensorialidad acusada.
ResponderEliminarLlévese mi abrazo y mi admiración, don Miguelángel.
Elisa, qué bueno verte por casa. Te echaba de menos. Y encima, sabiendo que te gustó lo que lees.
EliminarJo, Iván, qué bien lo dices. Me interesa lo de haber hecho algo atractivo con un tema tan manido. Y ya vais tres en lo del paladeo.
Otros dos abrazos, de domingo eso sí.
Enhorabuena. El relato es precioso y lleno de erotismo y muy visual.
ResponderEliminarVendré más veces con tu permiso.
Saludos.
Enhorabuena, te lo mereces.
ResponderEliminarPues te copio lo que te dije en septiembre porque sigo pensando lo mismo:
¡Genial! ¡Qué manera tan sutil de contar sin nombrar! Me encanta de principio a fin. Puedo ver la escena de la frutería con ese rubor aliviado por el abanico y el final es buenísimo. Yo creo que la próxima compra acabará en diálogo. De lo mejor que he leído últimamente.
Un abrazo
Bienvenida/o La Casa Encendida. Tienes mi permiso para venir las veces que quieras, para eso es ya también tu casa.
EliminarNieves, pues fíjate que ha pasado un mes, y aún no han hablado. Ahora, se lo pasa de vicio ella, y él se mete unos atracones de cerezas...
Oye, que el jueves tenemos una cita...
El micro es muy bueno, creo que ya te lo dije en su momento porque ya no me acuerdo ni de lo que digo.
ResponderEliminarUnos abrazos
El detalle final lo mejor del micro. Ese frutero que ya se la ha comido sin ni siquiera haber empezado. Me gustó mucho.
ResponderEliminarYa, Elena, yo te entiendo. Y nos pasa que cambiamos el nombre, o comentamos dos veces, o no lo hacemos creyendo que ya lo hicimos...
EliminarGracias, Argax. Tengo que pasar por tu casa, o ya lo hice? Ves, Elena, lo que te decía? Sea la primera o no, pasaré y lo haré muchas veces.
Más abrazos,
¡Enhorabuena, Miguelángel! Te comenté allí, pero no me importa pasar a expresarte mi alegría, el micro es una belleza.
ResponderEliminarBesitos
Ay, Elysa, lo que le decía a Laura, que abandonás os tengo, a vosotras y a ellos. Se me acumulan las visitas. Y me da rabia porque me estoy perdiendo cosas que no querría. Casi cuando llego, apenas queda pastel, y los ganchitos ya no crujen, y de eso sabe mucho Iván Teruel.
EliminarUn abrazo gordo, que son muchos acumulados.
Me gusta, pero debo decirte que he tenido que leerlo un par de veces. El problema que me produce está en las frases iniciales y mis problemas de leísmos. "Le pide..." y "Y ella..." me llevó a creer que ella era la frutera y él el cliente, quedando resuelto cuando él habla. Problema mío, seguro. Buen trabajo de frutas y deseos. Estás que te sales. Venga, un abrazo.
ResponderEliminarPrecioso Míguel, que manera tan bonita de describir con frutas, fruteros y abanicos los deseos, el rubor, etc.
ResponderEliminarMe quedo con el final, ese hueso de cereza en su boca al abrir la ventana.