Salí a la calle llevando en la mano la carta de despido. Fulminante. El motivo, según el despedidor de Recursos Humanos de mi ex-empresa,
fue por blablablá. Una vez fuera, no supe qué hacer, a quién acudir. Antes de
ir a casa y decírselo a mi mujer debía pensar bien cómo hacerlo, me lo venía
advirtiendo hacía tiempo y yo, optimista por naturaleza, no quise escucharla. A
mi hermano, no podía ir, el día anterior no le había cogido el teléfono porque
supe que era para que le ayudara de nuevo a pagar el alquiler. Podría haber ido
a ver a mi cuñado y contarle, pero no quise agobiarlo, lleva cuatro años en
paro y ya no sabe por dónde tirar. A mis
padres, con lo de mi hermano, mis sobrinos y un par de vecinos a los que
también ayudan con su pensioncilla, tienen suficiente. Pensé en decírselo a
Pedro, pero ya bastante llevaba con la carta de desahucio que le llego días
atrás. A Luis, con la riña que le eché cuando supe que iba a buscar comida de
madrugada a los contenedores del Carrefour, menos. Y a Alfredo, que no lo
llaman del hospital para lo de la prueba urgente del corazón, ni hablar. Y sigo sin saber qué hacer. En casa ya deben estar preocupados. Y tarde o temprano tendré
que volver. Han pasado ya tres meses desde la carta.
Esta es mi tercera y última aportación en esta Primavera de Microrrelatos Indignados 2013. Gracias de nuevo a Miguel Torija, de LA COLINA NARANJA, a Rosana Alonso, de EXPLORANDO LILIPUT, Anita Dinamita, de RELATOS DE ANDAR POR CASA y a Rosario Raro, de PLIEGOS VOLANTES, por toda la implicación y buen hacer. Felicidades por el éxito. Y hala, a preparar la tercera (que ojalá fuera imposible por falta ya de indignación).
Fiel reflejo de lo que sucede a nuestro alrededor.
ResponderEliminarQué bien lo has contado.
Besicos desde mi alambrada.
Una desesperación constante, dentro de un círculo vicioso, en una puerta giratoria que no lleva a ninguna parte...
ResponderEliminarBesos desde el aire
Es lo que pasa: vamos todos de cráneo, nadie se salva en esta puñetera recesión. Bueno, sí: se salvan unos cuanto desaprensivos y los políticos meapilas. Uf, qué paciencia hay que tener.
ResponderEliminarUn beso.
Yo para mi que sí, que estarán preocupados. Desde otro punto de vista, llevan sobreviviendo tres meses por separado, malamente no lo dudo; la unión hace la fuerza.
ResponderEliminarPor eso... estamos en la alambrada
Seguro que estarán preocupados... Una retahíla de lo más común hoy en día: ¡UNA PENA!
ResponderEliminarBesos (tristes besos entre tanta indignación)
Don Flores, una triste realidad que se impone. Recuerdo que hará tres años, no más, estaba en una cena con amigos de amigos a los que no veía hacia tiempo. Y alguien preguntó a alguien, ¿trabajas? Y como fichas del domino descubrí que la mitad estaba en paro. Pues bien, hace poco repetimos misma cena y comensales, y ahora la cuestión había empeorado. Es que esta crisis es peor que los virus de esas películas americanas que nos venden, se propaga por todas partes y sus efectos son demenciales.
ResponderEliminarGenial como has sabido llevar este micro y contar una situación tan real.
Un abrazo, Don.
PD: Ya tengo ganas de llamarte Don a la cara.
Preocupados no, preocupadísimos ¡¡¡Tres meses!!! Pobre hombre deambulando sin saber qué hacer. Pero con el panorama que tenía alrededor no me extraña tanta duda y fatiga para no molestar a nadie.
ResponderEliminarQué bien lo has narrado Miguelángel y qué triste situación. Un abrazo.
Muy bueno, Miguelángel, me has despistado pero bien. Qué jodido.
ResponderEliminarUn abrazo
¡Jo, Miguelángel! Tu micro refleja la realidad, terrible y deprimente, mejor que cualquiera de esos diarios que "informan" del día a día.
ResponderEliminarSí así es el panorama para mucho, demasiados ya,tan desolador que ni ganas de volver a casa deja.
Besitos
Los que tienen empleo no hablan de ello por pudor. Los que no lo tienen tampoco, por vergüenza. Paranoico está el patio.
ResponderEliminarLa verdad es que es terrible. No me extraña el ambiente de desmoralización que existe. Preguntes a quién preguntes todos tienen algo malo que contar. Muy logrado. Gloria Arcos
ResponderEliminarApaga y vámonos... Es lo único que apetece decir a veces pero no nos queda más remedio que apretar los dientes y seguir para adelante.
ResponderEliminarLuego nos vienen con la patatada de la intimidad, los hijos que no son culpables,... y demás milongas los desgraciados de los p......
Mires para donde mires el panorama es desolador y después de la noticia de ayer donde decían que en mi Comunidad Canaria eramos lo más pobres de España...estocada hasta el fondo.
ResponderEliminarBesos optimistas.
El guiño de la última frase es como una bocanada de aire para el ahogado. Necesaria para tolerar un rato más la realidad que tan francamente describes.
ResponderEliminarUn abrazo desde el alambre.
Qué bien lo cuentas, y qué triste realidad!
ResponderEliminarBesote
El final, qué final. Bueno, un abrazo.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarBuena crónica Miguelángel, son destellos de lo cotidiano, pero mu bien contados, eso sí.
ResponderEliminarUn abrazo
Un buen micro que refleja la cruda realidad, cada vez son más los parados, los desahuciados, los desprotegidos... :(
ResponderEliminarLlegué a tu blog desde "La colina naranja". También participe en esta 3ª jornada de micros indignado desde mi blog principal "Barcos de papel". Espacio donde publico mis poemas, microcuentos, reflexiones, etc...
Un abrazo solidario desde mi azul mar.
Después de un rosario de desgracias comunes en estos días, le pones la guinida con ese final... Nos rodea un panorama desolador y lo has relatado muy bien, dejando una enorme desazón. Besos
ResponderEliminarEl final me ha hecho reir, pero porque me imagino tu manera de decirlo, pero la realidad que encierra tema tiene tela...un beso enorme
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