Imagen de la web del certamen |
En el fondo de los pozos y los patios de luces,
en los andenes, en lo hondo de los puentes y los precipicios, hay siempre una
insinuación, una invitación sombría, un canto de sirena que repite claramente
tu nombre. Muchas veces lo notas. O casi lo intuyes, lo presientes. Es solo un
instante. Pero decisivo. Por eso, si andas cerca, si estás junto al borde, debes
aferrarte a los sonidos cotidianos que te rodean para no sucumbir. Agarrarte
con fuerza a la baranda, al alféizar; hincar los pies en el suelo para no dar
el paso. Y vigilar, sobre todo vigilar a quien tengas a tu lado, no olvides que
la llamada les llega a la vez a los otros. Y podría ser que alguien más también
esté oyendo precisamente tu nombre.
Relato FINALISTA de abril, en la categoría en castellano, en el concurso de LA MICROBIBLIOTECA. Con este son dos los micros de mi cosecha que aparecerán en la recopilación editada de este año.
Pincha AQUÍ si quieres leer a los demás finalistas, entre los que se encuentran dos amigos: Puri Menaya y Asier Susaeta. Y te invito a leer de paso el relato ganador del mes, de Arantza Portabales.
¡Felicidades! Efectivamente, lo que cuentas es cierto, mi cuñado dice que es un enanito haciéndote señas para que saltes. Lo bueno del micro es además ese final que también es cierto, no pensamos que alguien más también oiga nuestro nombre. No voy a decir que es un placer perder ante vuestros micros pero si un consuelo.
ResponderEliminarEs que es así. Cuando espero al tren me doy miedo a veces, y seguidamente me da miedo el resto de los que esperan.
EliminarGracisa, Sr. Ximens.
PD. Vaya fieste en Valencia, eh!!!
No fui. Este año me la perdí.
EliminarVaya. Como yo.
EliminarPor cierto, me acabo de dar cuenta que al colgar el relato, me había dejado lo último por copiar/pegar...
Torpecillo.
Sí, cuesta, cuesta no volar y cuesta no oír.
ResponderEliminarMuchas gracias por comentar.