Imagen de Ron Dillon |
Éramos unas furtivas del alambre. Cuando todos dormían
aprovechábamos para subir a él y sentirnos inmensas. Cada paso temblón era una
conquista y una afirmación de no sabíamos aún muy bien qué. Pero allí arriba
era como si fuéramos libres de verdad, no solo de sentimiento. A nuestros pies
el suelo era el infinito reducido a un cable. Éramos diosas antes de que
saliera el sol.
Al amanecer, bajábamos, sin hacer ruido, a preparar el desayuno y poner la mesa
antes de que despertaran todos. De nuevo peinadas y con con el frufrú de las
enaguas, nadie notaba nada. Solo el funambulista, que sonreía bajo el tazón de
chocolate amargo y nos buscaba una y otra vez la mirada.
Relato para Los Viernes Creativos, de Ana Vidal, sobre una fotografía de Ron Dillon.
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