Además, el pollo rebozado siempre humea demasiado, respondió cabizbaja y ocultando los ojos. E intentó sonreír.
Fue al volver con la carne de la cocina, en la que había permanecido con la
puerta cerrada, y de la que salió tras apagar el ruidoso extractor. Bajó el
volumen del televisor, que ella misma había subido antes de salir, y se sentó a
la mesa. Tampoco hoy le diría el motivo real de sus párpados enrojecidos. Lo guardaba
al fondo de todo, donde ella también se ocultaba cuando, al volver él tan tarde,
traía pegado ese perfume caro que a ella nunca le regalaría.
Que triste ese silencio. Me gustó mucho la frase final... tan contundente y sutil al mismo tiempo.
ResponderEliminarUn abrazo
...Y es que no sólo el pollo huele a chamuscado, hay otros olores que siempre son chamusquina...
ResponderEliminar...Y ella siempre en la cocina,ayyyyyyyy
Besicos saldos desde el Mar Menor.
¡Vaya! ¡Qué pena!¿Qué haría si eso me pasara a mí? Creo que no freiría pollo.
ResponderEliminarTu relato cuenta una realidad triste. Un engaño consentido, sufrido en silencio, fingiendo que se desconoce... Pienso que esa situación solo puede pasar en parejas en las que la engañada depende económicamente del engañador. Creo que hoy en día una mujer no lo aguantaría, igual que un hombre. Miguelángel has sacado mi lado rebelde. Siempre he defendido al que no se defiende, no me gustan las cabezas gachas (hombre o mujer) Y he deseado que hicieran lo mismo por mí. Tratar como quieres que te traten.
Un besoooo. Hay que llevar mucho cuidado con los perfumes...
A mí me gusta mucho verte por aquí, Lucas. Gracias por hacerlo.
EliminarPues sí, Cabopá, esta es de las de antes, y encima, se conformaba con que la quisiera más que a nadie.
Petra, no justifico para nada su actitud, sólo la describo.
Abrazos para los tres.
Coincido punto por punto con Petra, estas uniones tan desparejas, en lo que a dependencia emocional se refiere, es muy común cuando uno de ellos, generalmente la mujer, necesita el soporte económico del otro. Claro que cuando no es así, entonces quien sufre en silencio tiene un problema muy grave antes que nada consigo mismo.
ResponderEliminarUn gran, gran micro, Miguelángel.
Abrazos
Entre los fogones se ocultan muchas penas...
ResponderEliminarBesos desde el aire
El micro que yo envié también tenía un contenido triste, la frase nos llevó a muchos por esos derroteros.
ResponderEliminarIntensa tu historia, la velada realidad de la misma es demasiado dura, y la has mostrado muy bien.
Esperaremos a la próxima convocatoria para seguir intentándolo.
Un abrazo.
No, Patricia, no creo que sea dependencia ecónomica, si lo fuera, tanto le daría que hubiera otra.
EliminarSe ocultaron muchas, sin duda. Hoy quizá no sea tan habitual, Rosa.
Sí, Yolanda, la frase que nos dejó Xavi nos esmpujaba a abrir en canal a los personajes. O a encerrarlos como a la mía.
Que sean tres abrazos más.
Lo mejor de este micro, a mi entender, es el silencio ante la mesa. Buen intento.
ResponderEliminarBesos volados.
¡Buf! ese sufrimiento y desengaño que no lo guarde bajo tantas capas ni olores,más temprano que tarde la pudrirá.
ResponderEliminarHas logrado que ese olor a pollo chamuscado me doliera.
Saludos.
Pues fue un buen intento Miguelángel, porque creo que a todas nos has perturbado y el olor a pollo nos ha llegado un poco resabiado. Es difícil el dolor aguantado por ea mujer, que seguro tiene también sus motivos para aguantarlo, pero tarde o temprano saldrá por algún lado.
ResponderEliminarSaludos desde mi mar.
Para mí, Lola, las capas con las que intenta ocultar su dolor.
EliminarEfectivamente, Gloria, esto no tiene buen color. Y cada vez tiende más al negro.
Cuando uno aguanta tanto sólo puede ser por amor, dinero o miedo.
Tres más.
Gran micro, Don Miguelángel. Coincido con muchos de tus lectores en que el texto bascula sobre el fiel del silencio, que invade la relación de los personajes y el ánimo del lector.
ResponderEliminarAl contrario que las damas, yo no he pensado en la dependencia económica -al menos hasta leerlas a ellas- pero sí en la emocional, en esa que te lleva a tener tanto miedo de perder a quien amas que te hace perdonarlo -o pasar por alto- todo cuanto pueda hacerte.
Mis aplausos.
Un abrazo,
Don Flores, lo que destaco de este relato son esos secretos que los dos conocen del otro y que no se atreven a desvelar. Cuando eso sucede, la relación de pareja, en este caso, está viciada y condenada a romperse de mala manera.
ResponderEliminarMe gustó como lo has reflejado en este relato. ¡Buen intento!
Un abrazo, Don.
Terrible historia la que se esconde tras ese humillo y esos párpados enrojecidos. Tu frase final me hubiera encantado seguirla en la siguiente semana. Creo que prometía muchísimo. Económica o sentimental, es dependencia, y es duro, muy duro, el silencio que la acompaña.
ResponderEliminarUn beso tardío Miguel Angel.
Yo estoy contigo, Pedro. Sin duda ella, de momento, aguanta por amor. Veremos cómo acaba.
EliminarDon, yo no creo se haya ni planteado si ella oculta algo. Creo que es un cretino que se cree lo del pollo porque no da para más.
Tú lo has dicho, Laura, sea como sea, es una dependencia traumática y dolorosa.
Un, dos, tres abrazos.
Me quedo con unos cuantos verbos y una palabra: Intentar, volver, cerrar, apagar, bajar, guardar, ocultar, nunca.
ResponderEliminarBuen micro.
El otro día, me enteré de que se ha publicado (creo que por Alfaguara, pero no me hagáis mucho caso) un libro que recoge los mejores cuentos cortos (no sé si micros -algunos sí-) escritos en español desde principios del siglo pasado. Quien ha hecho este estudio y lo ha prologado, dijo que el micro tiene tanta aceptación hoy en día entre los lectores porque estos forman parte de la creación, ya que tienen que completar la historia. Y, añadió la autora, tiene la misma intensidad que debe tener la poesía, precisamente por ser fundamental la economía expresiva.
ResponderEliminarMe parece que este micro reúne esas particularidades.
A mi me ha gustado cómo siente uno la pesadez de ese humo con tus palabras, estoy colocado en una esquina viendotodo lo que allí sucede, en silencio, triste.
ResponderEliminarUn abrazo!!!
Henry, una palabra?, te has quedado con ocho. Ah, espera, siete verbos y un Nunca. Ahora lo cojo. Te doy la razón: Nunca.
EliminarGracias Amando. Me alegro de verte, hacía tiempo que no te dejabas ver. Vamos todos como locos.
Sí, Juanlu, triste y doloroso. Gracias.
Otros tres abrazos.
Siente uno a la perfección la asfixia de la relación, de ese engaño consentido. Lo que queda en el aire es el motivo, y yo creo que es lo mejor del micro. Un abrazo.
ResponderEliminarTe has quedado sola, Mar.
EliminarDesde luego, el motivo no es lo primordial. Lo es que ella calle, y aguante y se calle. Y lo esconda.
Un abrazo enterito para ti.
Me gusta cómo eres capaz de transmitirnos la tristeza de esa mujer. Esos párpados hinchados no se curan con independencia económica, quizás con una buena dosis de autoestima. Buen relato.
ResponderEliminarUn abrazo
Sí, lo mejor sería empezar por ahí. Luego vendría lo demás.
EliminarUn abrazo.
¡Ay de estas parejas silenciosas! Triste micro, Miguelángel, pero muy cotidiano.
ResponderEliminarAbrazos,
Más de lo que nos pensamos, Claudia. Cuánto tiempo, me alegro.
EliminarAbrazos.
Me gusta sobre todo el título, y como el desarrollo del relato efectivamente va cerrando muñecas, cada cual una capa más externa: la frase, la puerta cerrada, el ruidoso extractor, el volumen del televisor. En el centro, dentro de todas, en el fondo, las lágrimas del dolor.
ResponderEliminarLo has clavado, Ximens, como siempre.
EliminarOtro abrazo.
Passando para desejar um bom domingo e tornar a ver mais uma bela postagem.Meu abraço.
ResponderEliminarBem-vindo, Suzane. Me alegro mucho que te guste.
EliminarObrigado pela visita.
Um abraço do Mediterrâneo
Bienvenido, Joaquin, toma asiento. Café?
ResponderEliminarSaludos.
El título un acierto porque va muy bien a este micro donde cada paso que se describe va guiando hasta las historia que se oculta en el fondo.
ResponderEliminarGran trabajo.
Besitos