Cuando el espejo se empaña por el vapor de la ducha, dejo de verme.
Se borra la pared de enfrente, el albornoz colgado, el secador. También la
puerta del fondo, esa por la que se sale y se entra. Lo mismo ocurre cuando se
apaga la luz, que todo se ausenta. Todo menos yo, que me quedo aguardando aquí,
entre estas cuatro paredes alicatadas, a oscuras. Y espero a que vuelva a
encenderse para verme aparecer por la misma puerta y entonces, volver a perder en
un instante la noción de quién es quién, de cuál es el baño verdadero.
Una antología de 77 espejos, publicada por la Internacional Microcuentista, en la que han incluido el mío. Aquí los puedes leer o atravesar (y descargar si sabes. Yo no). Como es normal, yo ahí, rodeaíto de tanta gente que admiro, estoy que no quepo en mí. Ni en espejo alguno.
Yo todavía no me lo creo.
ResponderEliminarNo tu inclusión, que conste, sino la mía.
Felicidades
Nos alegra que esté gustando la antología, Miguelángel. ¿No has podido descargarlo? Ahora mismo te lo envío. Un abrazo.
ResponderEliminarNo, Luisa, si yo tampoco me lo creo. Bueno, sí porque lo he leído ocho mil veces y pico, que si no...
EliminarVictor, como te dije, ya la tengo. Está gustando mucho, pero cómo no! Es una gozada. Gracias.
Abrazos para ambos.
Esto es para felicitarte, como siempre un gran ingenio y pluma excelente.
ResponderEliminar¿Cual es la verdadera realidad? Lo mismo lo que hay tras el espejo somos nosotros...
Un fuerte abrazo.
En este espejo queda reflejada tu imaginación talentosa.
ResponderEliminarEs cierto que todo desaparce como si un halo de vapor nos inspirara y luego nos volviera a soltar.
Besos vaporosos.
En eso estamos, Francisco, yo esta mañana me he levatado como destelloso, como reflejadísimo sin venir a cuento...
EliminarAhí, está, Gloria, qué debe ocurrir en nuestra ausencia en el baño, o dentro del armario de luna cuando lo cerramos?
Abrazos con misterio
Peor puede resultar aún, cuando hay luz potente y el espejo está nítido, sin vaho. Porque entonces nos vemos de verdad, y eso sí que asusta, más que la oscuridad.
ResponderEliminarInquietante texto, muy oportuno. Un abrazo.
Un espejo donde perderse y volverse a encontrar. Buena aportación.
ResponderEliminarAbrazos con mucha luz.
Por eso, Amando, en mi baño tengo una luz tenue. Prefiero no perderme detalle por dentro.
EliminarSí, Lola, y lo bueno es que siempre que vuelves, estás.
Abrazos, con toda. La luz.
Don Miguelángel, es un placer para mí compartir esta antología con usted. Así que le dejo mi sentida enhorabuena por estar y por ese micro de atmósfera de niebla cerrada.
ResponderEliminarUn abrazo,
¡¡Felicidades por tus buenas letras!! y por estar todeado de tantos y tantos a quienes yo también admiro.
ResponderEliminarVoy a ver si sé descargarlo o soy tan torpe que no puedo. ;) Que noooooo...que no te estoy llamando torpe ....que es sólo que a veces me sale "la vena de usuario".
Besos muchos.
Jo, Pedro, si es un placer para ti..., para mí, con lo que me gustan tus letras...
EliminarLaura, llámamelo, que me lo merezco. Ya verás, qué nivel, ya verás. Si aún yo creo que se van a dar cuenta de que me han incluído y...
Un abrazo para cada uno, a cuál mejor.
Enhorabuena por formar parte de ese racimo tan selecto.
ResponderEliminarEl micro, genial.
Besos.
Enhorabuena Miguelángel, en esa antología hay mucho arte y tú no podías faltar.
ResponderEliminarPaso además de a leerte, a decirte que en mi blog "Un mar de sentimientos", he dejado un regalito para ti, aunque sospecho que ya deben habértelo dado, aún así me agradaría mucho que lo aceptases porque me hace ilusión dártelo yo.
Un abrazo.
Yolanda, imagínate cómo me siento. Como le decía a Laura, esperate que no quieran rectificar...
EliminarYa estuve en tu casa, Yashira. Allí te contesté. Muchísimas gracias. Me ha hecho mucha ilusión esa mención de tu parte. En breve me pongo a ello.
Abrazos grandes, de calidad.