Foto propia |
Iros a buscar moras, dijo mi madre sentándose sobre la manta, anda, que me duele la cabeza. Y nos es que se le quitara comiéndolas, es que así la dejábamos tranquila un rato pensando en sus cosas. Que para eso nos llevaba al bosque. Mi hermano y yo no es que fuéramos malos, lo decía siempre ella, es que éramos traviesos. Se hartaba de repetirlo a todo el mundo. Y las tenderas no nos quitaban ojo, las tías. Yo no sabía bien cuándo lo éramos y cuándo no. Miraba a mi hermano a ver si se lo notaba, ahora sí, ahora no. Y nunca coincidía con los chillidos de mi madre.
La dejamos mirándonos desde aquel claro del bosque. Cogíamos moras para los bolsillos y nuestras bocas. Y entre las zarzas, la vimos. Araña con rayas negras y amarillas. Como lo tigres, pero con más patitas alrededor. Mi hermano dijo: mátala, que es venenosa. Y ahí vi que mi hermano era travieso. No, dije yo, mejor la cuidamos en casa hasta que se haga grande y luego la soltamos que corra, pobrecilla. Recogimos once más. Y se las llevamos a mamá que, al acabársele las cosas de pensar, se había dormido sobre la manta.
Dibujo de Juanlu Lopez |
Orugas??? Es lo único que se me ocurre y me da repelús solo imaginarlas. Las odio, que culpa tendrán ellas, pero las odio incondicionalmente. A parte de este detalle tu micro me parece muy bueno. En la línea de todos tus micros de patio, aunque esta vez se hayan ido de campo, que cualquier hijo de vecino tiene derecho.
ResponderEliminarMe has pillado aquí, Fernando. Orugas???? Es que tú nunca has cogido moras? Si pones en google ARGIOPE (que era mi seudónimo) te saldrá la imagen de lo esos animalitos atigrados.
EliminarUn abrazo, Fer.
Toma metedura de patitas!!! Unas cuantas de más, ja ja ja bueno... Es lo que tiene saltar sin red... Me gusta lo que escribes, pero también me gusta lo que he leído yo por ignorancia... Ja ja ja.
EliminarQue no, Fernando, que no es metedura de pata, que igual yo contaba con que todo el mundo tiene la imagen de las arañas-tigre (que es como las llamábamos en mi calle), y soy yo que, a lo mejor, me he pasado de listo...
EliminarUn abrazo, company.
Angelitos...
ResponderEliminarMe gustan los relatos con niños y bosques. Me gusta cómo lo cuenta el niño.
Es que los niños, contando las cosas son los mejores, sólo hay que escuchar con oídos de niño.
EliminarUn abrazo.
Pues tiene esa esencia de recuerdo de niñez. Esas orugas de color naranja con rallas negras abundaban por un campito que tenía mi familia.
ResponderEliminarMe encanta el final de tanto pensar de la madre, aunque no me gusta la reiteración de las últimas dos palabras del cuento: "sobre la manta".
Un abrazo y siga contándonos con tanto corazón, sin travesuras.
Bueno, no son orugas, pero podrían serlo y no cambiaría el sentido del micro.
EliminarPor otro lado, piensa, Rubén, que los niños son reiterativos sin poderlo evitar.
Gracias, seguiré, si el tiempo me lo permite.
Un abrazo.
Miguelángel, unos cabroncetes estos niños traviesos. Lo bueno es que a la madre, cuando se despierte, se le va a olvidar el dolor de cabaza a golpe de araña. Todo tiene su lado bueno...
ResponderEliminarUn beso.
Dolor de cabeza?, la van a tener que atar... Va a dar un bote... vamos, lo que se dice el salto de la tigresa...
EliminarUn abrazo, Petra.
Esos niños no eran traviesos, eran algo más. ¡Joder con los críos, qué mala leche tenían!
ResponderEliminarAbrazos mansos.
Qué va, Lola, si angelito, no lo hace con mala intención... Lo que le pasa es que no sabe ser bueno.
EliminarUn abrazo, también mansito.
Un cuento tierno, yo había pensado en "procesionaria" esos bichejos de miles de pies que circulan a su aire por el bosque haciendo caminos negros, que hacen olvidar los pensamientos y el dolor de cabeza...
ResponderEliminarNunca había oído ese termino para las arañas.Gracias. La mamá de los niños traviesos, ya tiene para tejer una gran tela sobre la manta...
Besicos amigo.
He buscado procesionaria en San Google, uahh, que repelússss, Capobá.
EliminarYa digo, estas se llamaban arañas-tigre, o "arañas de esas a rallitas amarillas y negras" y eran muy monas y tranquilas...
La madre, tiene el cielo ganado.
Un abrazo.
Pues yo tampoco sabía lo que era una ARGIOPE hasta que leí tu aclaración al comentario de Fernando, Miguelángel. No sé por qué, yo pensé en salamandras.
ResponderEliminarMe gusta mucho este micro de clima intimista, en el que reflejas de forma soberbia la inocencia infantil.
Gran trabajo.
Un abrazo,
Otra cosa no, pero esta entrada está poniéndonos al día de toda la fauna rastrera que teníamos más que olvidada. Supongo que cada cual lo adapta un poco a su recuerdo infantil, qué harías tú con las salamandras, Pedro...? Jajaja.
EliminarOye, lo de soberbio me ha llegado muy hondo. Un abrazo.
Qué bello tu micro.. Eres muy sentimental, me gusta.
ResponderEliminarY me ha gustado la frase que dice: "Y se las llevamos a mamá que, al acabársele las cosas de pensar, se había dormido sobre la manta"
Felicidades!!
Gracias, Aniagua. Esa frase dice mucho de la simpleza de los niños a la hora de razonar.
EliminarUn abrazo.
Tus cuentos siempre enternecen. Pero no de forma blandengue. Hay detrás un curre.
ResponderEliminarSaludos sin orugas
Mei, me gusta que digas eso, sobre todo lo que no me salen blandengues o cursilones, no me gustaría nada parecerlo.
EliminarUn abrazo, Mei.
Mis más efusivos y sonoros aplausos, Miguelángel.
ResponderEliminarCada verano, cuando voy al pueblo, me gusta ir a recoger moras de zarza para hacer mermelada. Entre las ramas se pueden ver montones de preciosas argiopes. Doy fe :-)
Un abrazo.
Y cómo las llamas, MJ? Arañas-tigre? Quien ha cogido moras las ha tenido que ver por fuerza en verano. Gracias, por los aplausos, los he oído desde aquí.
EliminarUn abrazo grande, MJ.
Don Flores, tierno micro que logras que nos identifiquemos con esa voz narrativa infantil, y es que de pequeños todos hemos sido traviesos. Aunque según contaba mi abuela a mí me bastaba una manta y unos juguetes para no moverme de allí.
ResponderEliminarUn abrazo, Don.
Ay, Don Jarque, es que si las mantas hablaran...
EliminarGracias, Don, es siempre un placer tenerte en casa.
Lo mismito que decía mi padre: no es mala solo un poco traviesa, y los sustos que di, jajaja. Me encanta como lo has contado, tal cual si lo contara un niño, hasta me he podido oír tramando algo.
ResponderEliminarPrecioso!!!!
Besitos
Madre mía, menuda has debido ser Elysa, para recordarte a lo que decía tu padre, jajaj, qué miedo...
EliminarUn abrazo
Qué bien cuentas las cosas. Es un micro muy fresco, en boca de un niño, que lo hace totalmente creíble (los textos en voces infantiles son muy peligrosos por su dificultad). Estos "dos angelitos" tienen miga, me parece oir los gritos de la madre cuando despierte. No me extraña que le duela la cabeza. Me ha encantado, como siempre. Un abrazo.
ResponderEliminarSí que es cierto, Mar, que hay que tener cuidadín con las voces infantiles, porque a la mínima, chirrían.
EliminarGracias, Mar. Un abrazo.
Pobre madre, menudo despertar...
ResponderEliminarMe encantan los micros con protagonistas infantiles y este tuyo está genial.
Besos desde el aire
Gracias, Rosa. Igual se despierta y se muere. Y sería Escena Atigrada Con Final Triste.
EliminarAbrazos.
Arrgg. No puedo con estos bichitos tan lindos y hermosos. Los odio. Yo habría salido corriendo y hasta habría tirado las moras.
ResponderEliminarMe gusta la voz que narra. Está muy bien esa regresión que haces una y otra vez a tus patios de infancia. Ese es un camino estupendo para un escritor.
Abrazos company.
Ay, Xesc, los patios, que se me desparraman, y lo llenan todo de flores y de mi infancia...
EliminarUn abrazo, Company.
Como siempre, la naturalidad de los personajes y de su lenguaje la bordas. A la madre se la puede ver, agotada, desprevenida después; y al narrador, con sus inocentes dudas sobre su no indudable inocencia, también. Y además desnudas sólo lo justo de su conciencia, con guiño al lector.
ResponderEliminar(Yo pensaba en escalopendras -creo que se escribe así-, no arañas, pero para el caso no altera el producto. Nunca te acostarás...)
Besos
Jo, Susana, tus comentarios siempre me ruborizan. Porque que tú, Susana Camps, digas lo que dices de uno...
EliminarAbrazos, no, uno grande.
Esa voz medio infantil contada cuando ya eres mayor está conseguidísima... imágenes potentes como la de la tendera o percepciones de la realidad de la mirada infantil como la de no saber exactamente cuándo son traviesos o no, esa madre en la manta en el campo.... creo que da unos tintes al relato que te hacen sentir la calidez de una tarde de finales del verano de la más bonita de las infancias...
ResponderEliminarBesos
Sigrid, qué bien que destaques esos detalles, uno, a veces, se queda con la sensación, de si habrá transmitido bien lo que quería decir; y por tus palabras, veo que sí.
EliminarUn abrazo, Sigrid
Preciosa voz narradora. Creo que conozco a algún crío de ese pelo. Como ya te han comentado, la dificultad de poner voz a un niño es que nos dejemos guiar por nuestro pensamiento de adultos utilizando registros que no son propios de la edad del protagonista.
ResponderEliminarBien, pues no he encontrado ni un sólo "escape". Así que mis felicitaciones sinceras por este texto que no había leído. ¿Eras Argiope? ....¡mira que nos lo pusiste dificil Miguel Angel!. Particularmente ...no me gustan mucho "las argiopes", casi que prefiero "los miopes". ;)
Besos
JAaaaaaa, jajaja, pues también lo fuí, Laura, también lo fui. Pero luego llegó la ciencia y dejé de ser Cuatro Ojos...
EliminarMuchas gracias, Laura, me has hecho reir mucho.
Un abrazo "pijat de riure"
Esos niños son de los de cuidar... Muy conseguido el relato, tan natural que parece el niño hablando.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, Sara. Pues se trata sólo de dejar hablar al niño que un día fuimos, y conservamos dentro.
EliminarUn abrazo, SaraLew.
Miguel Ángel, es la primera vez que vengo a tu blog, me pareció muy bueno. Además veo a muchos amigos aquí, así que, con tu permiso, me quedo como seguidor.
ResponderEliminarUn abrazo.
HD
Humberto, es un honor que hayas venido, que te guste mi blog, y que te hagas seguidor... Es un honor y un placer. Y sabes que ahora yo también lo soy tuyo.
EliminarUn abrazo.
Lo cuentas de una manera tan natural que parece sigues siendo ese niño. No lo dejes de ser nunca.
ResponderEliminarMe ha encantado el relato. Saludoss!!!
Gloria, no dejo de procurarlo, tenlo seguro.
EliminarMuchas gracias. Me alegro mucho que te gustara.
Un abrazo.
¿Y mamá se despertó con un montón
ResponderEliminarde arañas peludas y venenosas paseando por encima de su delantal?
ah! esos niños si que son un poco traviesos sí.
Muy bien contado, te metes en la cabeza del niño y hablas por su boca. Sencillo, tierno, evocador.
¡