Estaba convencido de que ella bajaría antes, pero no lo hizo. Y cuando llegó mi estación, al mirarla, me miró y yo tampoco bajé. Ahora nos buscamos los ojos en cada parada, aguardando en vilo por si el otro al fin cede. Hace tanto tiempo que quedó atrás mi destino que los paisajes me son ajenos. Alguna vez esto acabará, lo sé. Ese día volveré a mi vida, la de a pie. Si es que me queda. Mientras tanto, ésta la voy consumiendo en este vagón donde sólo puedo vivir pendiente de la próxima estación.
Y éste es el que también llevé, pero que, por falta de tiempo, no leí. Como digo, ambos han sido colgados en el blog de Ginés: www.uneternoygracilbucle.es/gines/Gblog/ Y para mí ha sido como ser premiado o así.
Gracias, Ginés por tus enseñanzas y, ahora, por este detalle.
Tremenda esa vida cosumida en un vagón...
ResponderEliminarSaludetes de revisor ;P
Próxima estación: esperanza.
ResponderEliminarSí, fíjate, a lo tonto, a lo tonto, se te pasa la vida.
ResponderEliminarGracias, Niñocactus, por tu visitá y comentario. Y bienvenido.
Un saludo de viajero.
Miguelángel, sin duda el amor es eso. Perder por un instante tu destino por compartirlo con la persona amada. Aunque aquí debiera alguno decidirse, sino van arribar a un lugar muy lejano.
ResponderEliminarMe encantó.
Un abrazo y felicidades.
Ay, Anó, la esperanza no tiene estación. Que te han engañao. La esperanza se sube de camino.
ResponderEliminarBienvenido, Don Jarque, a ésta, tu casa (qué serio, me he puesto). Te agradezco que pases, me hace una ilu bárbara. Has venido mientras atendía a otra visita.
ResponderEliminarLlegar a algún sitio para perderse la emoción que les embarga ante cada parada, crees que merecería la pena, Nicolás?
Un saludo, Don Jarque.
Muy bonito, pero que pena pasarse la vida esperando ¿no?
ResponderEliminarQue va, Paly, a veces toda la sal está en la espera. Imagínate que uno de los dos bajara...
ResponderEliminarOtro beso. No, ahora un abrazo.
Este relato exige una segunda parte, ;-)
ResponderEliminarSaludos.
Miguel Algel, la vida es una vía infinita que se bifurca constantemente camino de ningún sitio. Lo importante es disfrutar del viaje,y especialmente de la compañía. Enganchar y desenganchar vagones, y siempre mirar el cielo azul, las noches colmadas de estrellas y el paisaje que avanza inexorablemente.
ResponderEliminarUn abrazo amigo.
Ojala hubiera una siguiente estación .........
ResponderEliminarGracias por compartir tu vagón.
Delia, es que segundas partes... Además, si los bajo del tren, qué pena. Y si no los bajo..., qué pena también. Pero, vamos, ahí queda el reto.
ResponderEliminarGracias, Delia, de verdad. Me encanta verte por aquí.
Hombre, Xavi, por fin, visitas mi casa. Qué ilusión me hace. Pues sí, estoy contigo; lo importante en la vida es la ida. Para qué pensar en el vuelta, si siempre llega.
ResponderEliminarUn abrazo, company Xavier.
Estrellaaaaa, que graciosa tú.
ResponderEliminarEstaciones las hay, el problema es elegir mal, bajarse y quedarse sólo en el andén.
Te espero en otros viajes.
Un beso grande, Cuñá.
Menuda alegoría de una vida malgastada!! El micro es muy bueno, sólo hace falta que alguien haga descarrilar el tren, entonces a lo mejor descubre que sigue habiendo vida fuera de ese vagón.
ResponderEliminarGracias por venir a mi jardín y disculpa mi tardanza en pasar por aquí.
Saludos
¡¡ Uy !!, Miguel Angel, me distraigo un ratito de tu blog, y para cuando vuelvo : me encuentro con una pareja en un tren sin destino, que sólo se preocupa de la próxima estación. Hay que vivir el presente, es cierto, pero con buena compañía se vive mucho mejor.
ResponderEliminarY .. los destinos a largo plazo ... hay que elegirlos con precaución no vaya a ser que el tren se estropee, ¿no crees?.
Un abrazo Miguel Angel.
Paloma, esa sería otra lectura, mira. Pero habla también de la emoción, de invertir todo el esfuerzo en algo que te llena sin importarte lo de fuera, ni a donde te lleva, vivirlo entregado totalmente. Habla del amor sin medida. Fíjate, en este caso se intuye infinito (si no descarrila, como tú dices). Pero tú lectura también me gusta mucho, aunque más negra.
ResponderEliminarPor favor, no hay nada que disculpar. Esto es un juego, y en ello estamos.
Un abrazo.
Gracias, Laura, por venir. Yo decía, y esta muchacha, andesametío?
ResponderEliminarLo importante para ellos, Laura, no es la próxima estación, es mirar a los ojos del otro y buscar la respuesta. Es eso, en definitiva, vivir acompañado, no?
Un abrazo.
Palabras precisas. Ritmo condensado.
ResponderEliminarDe todas formas y por si te sirve, te diré que siendo bueno todo lo que cuentas en él, en una segunda lectura creo que tendría más fuerza, y lo explicarías igual de bien si cortaras en CEDE.
Me encanta siempre como desde tu mirada penetras en los personajes.
Un beso
Antonia
Gracias, Antonia. Si lo cortara donde dices se convertiría en otro. Sólo hablaría de emoción y ya está.
ResponderEliminarOye, Felicidades!!!!! Que te he visto en La Microbiblioteca.!!!
Un beso, guapa.
Muchísimas gracias, pero igual solo concursaba yo, ja ja, no obstante me ha hecho ilusión.
ResponderEliminarEspero que concurses y que ganes, aunque lo importante , ya sabemos, es participar.
Besote.
El relato es precioso,....este personaje a la espera siempre pensando casi en el final ... tremendo.
ResponderEliminarCreo que además la cotidianidad del tren le da un punto de cercanía a la experiencia vital de este hombre con el que te puedes sentir identificado de alguna manera... ME encanta observar a la gente cuando viajo en transporte público incluso imaginar sus vidas.
Saludos!
Antonia, que no te había visto. Hija estás por todas partes, y me gusta mucho.
ResponderEliminarSigrid, a mí también me gusta mirar a la gente, cuando puedo hacerlo sin levantar sospechas. Como cuando vas en tren, o estás en la playa, que no tienes más remedio que mirar.
Pero fíjate, que esa espera, Sigrid, es toda una vida. Gracias por comentar.
Estoy probando.
ResponderEliminarSilvia