Y nada más existió hasta el próximo tren que silbó a lo lejos. Entonces, alguien dijo, es ese. Cogí mi vieja chaqueta rota, el casco de moto y un ramo de rosas robadas. No vayas a la estación, espérala en el cruce, dijo su abuelo. Todos me miraban. Es nuestro destino, dije, y partí. Me siguieron hasta la puerta. Supongo que sabrás reconocerla, dijeron a mi lado, han pasado muchos años del accidente. Claro que sí, contesté sonriendo, ha venido a traerme flores cada uno de noviembre.
Esta ha sido mi contribución esta semana a ReC (Relatos en cadena de la SER). En negrita, la frase de inicio.
Y esta es la versión definitiva y la que aparece en el libro:
El tren se oyó silbar a lo lejos. Entonces, alguien dijo, es ese. Tendrás que darte prisa, si quieres estar cuando llegue, añadió otro. Cogí mi vieja chaqueta rota, el casco de moto y un ramo de rosas robadas. No vayas a la estación, espérala en el cruce: allí será, aseguró su abuelo. Todos me miraban. Es nuestro destino, dije, lo sé, siempre lo supe. Y partí. Me siguieron hasta la puerta. Supongo que sabrás reconocerla, oí a mi lado, han pasado muchos años del accidente. Claro que sí, contesté sonriendo, ha venido a traerme flores cada uno de noviembre.