En el pueblo los
velatorios, como en todas partes, habían durado siempre una sola noche. Hasta
aquella ocasión en la que, justo en el mismo momento en el que lo introducían
en el nicho, la niña Elena se puso a tararear bajito dentro de su ataúd blanco.
Fue algo que conmocionó a todos y sobre todo a los padres. Desde entonces, a
los difuntos se les vela dos noches o tres, para que aquello no vuelva a
suceder jamás. La gente aún recuerda compungida aquel hecho traumático, no
olvidan cómo la cría fue alzando la voz mientras cantaba “Al pasar la barca”
una y otra vez y sin parar. Y cómo no llegó a callarse del todo hasta seis días
después, cuando por fin volvió a haber reposo dentro y fuera del cementerio.Imagen de la red
Este relato se llevó el Primer Premio en el VI Festival de Cinema de Terror de Sabadell, al que me venía presentando casi desde el principio. Contento, por ser en mi ciudad, esta que tanto quiero. AQUÍ se puede acceder al veredicto, leído por Cecilia Picún, de Librerío de la Plata, y escuchar los otros dos relatos, el Segundo y el Tercer Premio. Felicidades a las dos. Y a la organización, claro.