A cada campanada, me voy agachando más y más. Hasta hacerme imperceptible. Desaparezco hacia adentro. Todos comen uvas. Algunos, con la risa, las esturrean. Divertidos, otros se atragantan. El jugo chorrea por las comisuras. Cuando suena la última todos brindan y se abrazan. Entre gritos de júbilo se desean un feliz año. Yo me miro las manos. Aún tengo las doce uvas en ellas, no podría tragar ni una. Sentado en el suelo, en este rincón casi oculto, siento abrirse el costurón del pecho. Y lloro porque tú este nuevo año ya no lo estrenarás.
Ésta fue mi propuesta para la última convocatoria de EURO-PA-LABRA. Última porque allí ya han llegado los recortes y nos han dejado sin ellos. Un abrazo desde aquí, Juan.
Y un deseo: que los recortes no nos impidan tener un feliz 2012 a todas y todos las/os recortables.