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El lunes no es el mejor día de la semana para morirse, acude
poca gente a los velatorios. Todo el mundo encuentra excusas. Nadie está
preparado para llorar por nadie en una jornada de por sí lamentable. Bastante
tiene cada cual con sobrevivir, sobreponerse a su propia congoja sin renegar del
trabajo. O no renunciar, en un ataque de miseria interna, a la vida que le ha
tocado en suerte. Sí, siempre es preferible fallecer lo más próximo al viernes;
cuando todos comienzan de nuevo a estar satisfechos de su destino, casi exultantes,
y no les importa acercarse, sacrificar un rato de su dicha y tributar unos
lamentos de nada por la pérdida de algún pariente ajeno. Así que, por su bien, por
mucho que lo deseen, siempre, siempre deberían aguardar los suicidas, como
poco, a que llegue el martes por la mañana. Ellos que pueden.
Relato que resultó segundo, junto a otro más de Luis Barri, en el "III Concurs de Microrelats del Diari Digital iSabadell". En él el primer puesto se lo llevó Francesc Cutchet.