Hace exactamente una semana. Y todavía me emociona o sonrío
recordando. Ha sido muy grande. Muy grande. No voy a hacer una crónica de todo lo
acontecido, ya se han escrito varias estos días. Y gente que lo hace mejor que
yo. Yo quiero hablar de mí de pecho pa dentro.
Cuando me preguntan por aquí, a veces digo: fui a por aceite y
me traje un olivo. Y es que me he cargado con mucho más de lo que fui a buscar.
Y esto se contradice con lo que digo ahora y es que me supo a tan poco. Me
faltó tiempo para todo. Estuve con muchos, pero poco. Pude haber estado mucho
con pocos, y me habría venido con la misma sensación, con la de que se paró la
noria cuando aún no me había acostumbrado al gustito en el estómago. Recuerdo
la llegada sobre todo, fue tan emocionante identificar a la gente. Éramos como niños abriendo regalos en reyes,
hasta descubrir quien había detrás de cada rostro.
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Lola, la cerveza y yo |
Estuve con Lola, la grande, y fue uno de los regalos que me
llevé conmigo. Quien me conoce, lo sabe. Me gustó mucho encontrarme con Manuel
Rebollar, tan abierto; con NiñoCactus, el
dulce; con Paloma Hidalgo, vital ella; Artepún, tan seriamente gracioso; Juanlu,
que estaba en todas partes; Ana Crespo, encantadora, Puri Menaya, agradable
como nadie; Alberto Corujo, tan Alberto Corujo. Rubén Rojas y su labia. Recuerdo
a Victor Lorenzo, entre simpático y formal; a Pedro Peinado, tan como escribe; a
Herrero, con lo que sabe; a Ernesto Ortega, otro grande. Miguel Ángel Molina y
su apretón de manos. Elisa De Armas, que me invitó a luchar. Claudia Revello y
su caramelo (vamos, que me dio uno, no es otra cosa). Mercedes Daza, tan alegre.
Miguel Ángel Page y Nacho Rubio, encantadores a diferentes ritmos. A Beatriz
Alonso y nuestro pasado. Manu y su final.
Al tímido Negreira, que sufre mi tuneado. Yo me traje
el de Francesc Barberà sobre una ilustración de Riki Blanco, que me tocó sin hacer trampas.
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Tuneado de Francesc Barberá. |
Disfruté de los ojos de Elysa Brioa, de la conversación de
Rosana Alonso, de la paz que emana Fortunata. De la simpatía de Ana Vidal. De
la de Acuática. Contentísimo de charlar y sonreírme varias veces con Ana Puck, con
Maite Garcia, Mei Morán y Angeles Sánchez. Me supieron a poquísimo los raticos
con Don Jarque, con Rosa Martínez, con Laura Garrido, con Maria José (MJ), con Elena Casero. Pregunté
por ti, Sara Lew.
Feliz de reencontrarme con Petra Acero, con Ximens y Saly, con
Esperanza Temprano, pero con los que apenas luego hablé. A los de La Simbomba
(Xavi, Susana, Mónica, Fer y Xesc), apenas si los vi. Miento, los disfruté en
el teatro, ahí los tuve bien cerquita.
Lo lamento por la gente a la que no llegué a saludar, por la
que no llegó a saludarme. Por la que, con o sin saludo de por medio, ahora
olvido mencionar. Pido perdón.
Creo que estoy triste aún. Y es que no sé si lo estoy o lo
creo. Tengo una penilla, como de telaraña sin consistencia. Sé que se me irá
pasando a medida que pase un año. Lo sé.
Y es que a esto se suma, y tampoco se me va de la cabeza y no ayuda, que
en Eurovisión quedamos los penúltimos.