En esta comarca somos muy tozudos. Cuando las autoridades
competentes decidieron convertir el valle en un pantano, la mayoría nos negamos
en redondo; los más tercos, en cuadrado. Llegado el día, nos encerramos en
nuestras casas y de ahí no nos movimos. Los encargados de inundarlo todo
dijeron: vosotros mismos, cabezotas, que es que no hay quien pueda. Y hasta
ahora. Al principio nos costó adaptarnos; en el fondo nos faltaba el aire, más
que nada. Pero a todo se acostumbra uno. Ahora vamos a trabajar en autobús hundido
o nadando, según. Y, eso sí, cocinamos como siempre. Porque sí se puede hacer
fuego dentro del agua. Era solo una leyenda urbana, una verdad no cierta que
nadie comprobó. Menudas barbacoas y fogatas hacemos en medio del campo sin
miedo a que se extiendan. Hasta los niños llevan mechero si quieren. Y lo mismo
que antes íbamos al río a mojarnos, ahora vamos a la montaña a secarnos. Y pasamos
el día escurridos, haciéndonos peinados, jugando a la pelota, que allí no
flota, y cosas así. Desde entonces, para la gente seca esto es el Pantano del
Valle, pero nosotros, testarudos, le seguimos llamando Valle del Agua. Y ahora
más.
En el V Concurso de Microrrelatos LEONARDO BARRIADA, este es el relato que quedó entre los 10 finalistas. El tema este año era "El Valle del Agua" y el fallo se dio a conocer el pasado 14 de agosto en el hermoso pueblo de Soto de Sajambre. Clicá AQUÍ para conocer al resto de finalistas y a los dos ganadores.