El viernes pasado, día 4, se estrenó EL PULSO, la obra escrita y dirigida por Txema Torres. Con una escenografía y cartelería diseñadas por Rocío Luna, vestuario de Dolores Muñoz, e interpretada por Carlos Serrano y un servidor.
El estreno se llevó a cabo en el espacio MINITEATRES del Raval, y la obra estará en cartel durante todo el mes de abril; con tres pases los viernes y sábados, y cuatro los domingos (en el cartel, arriba a la derecha, más información). Es un espacio dedicado al teatro en breve, al miniteatro. Al microteatro. Vamos que, microrrelatando como vivo, me hallo como en casa, pero a oscuras, con más diálogo y en tres dimensiones.
He de decir que para mí, que llevaba años sin interpretar, nada más que lo justo en el día a día, ha supuesto un tremendo reto aprenderme un texto, además con tanta chicha, en tan pocas semanas y ponerme a las ordenes de un director después de tanto tiempo. Que ha sido todo un lujo emprender este proyecto junto a un actor con una madurez increíble en el escenario, y siendo tan joven como es. No hay duda de que viene aprendido de otra vida. Y en breve, eso está escrito, Carlos dará mucho que hablar, al tiempo. Que me siento muy afortunado por haber gozado de la confianza de Txema, un creador con un talento que hasta ahora aun no ha podido demostrar del todo, pero que, a poco que lo dejen, y ya están en ello, va a tomar el puesto que se merece en esto de crear historias que te remueven por dentro y te ponen en tu sitio fuera. Contento de conocer a Rocío, que es de esas creadoras que en un santiamén te transforma un sueño en algo que se pueda tocar con los dedos; y a Dolores, tan encantadora y entregada que en nada te da unas puntadas, lo mismo de hilo en la ropa que de cariño donde más hace falta. Feliz de estar viviendo todo este trajín que sabe a gloria.
Volver a un escenario y hacerlo con un público a dos palmos de ti, es casi como hacer puenting sin tener la seguridad del todo de que la cuerda no es demasiado larga. Y yo, por mi cuenta, me tomo como un regalo de cumpleaños, regalo de esos que a veces, por la suya, te hace el destino, este reto y la oportunidad de trabajar en este equipo tan lleno de empeño y emociones; al que agradezco y mucho que, sin saberlo, me haya ayudado tanto en la que, ahora que justo arranca, ya intuyo como una de las más grandes experiencias del resto de mi vida.