Foto casera |
El día que la
luna entre por tu ventana como si fuera una ola, suponiendo que la sigas
dejando abierta aunque no sea verano, tal vez levantes en ese instante la vista
de lo que intentas leer, para mirarte en esa otra luna, la de tu armario, eterna
orilla a la que llegas buscando, cada vez más a menudo, a aquella niña que
soñaba con ser de plata. Y quizá, no digo que no te espante tanto ímpetu y
tanta quietud a la vez; o que no intentes saltar cuanto te cojan en medio de sus
vaivenes, que no digo eso, que no; sino que, seguramente sin pretenderlo, en un
descuido, te abandones, dejes el libro abierto y te vayas con la resaca,
convertida de una vez por todas en la sirena que siempre quisiste ser. Entonces,
nosotros, desde la orilla negra, lloraremos tu partida.
Relato con el que participo en #historiasdelibros de ZENDA. Participa, aún estás a tiempo.
¡Vamos con esa niña de plata a tocar la luna!
ResponderEliminarUn abrazo azul cielo y mucha suerte.
Suerte. Me gustan tus lunas y tu niña de plata que vale oro.
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