Imagen casera |
Todos me miran perplejos y detenidos. La abuela, que vuelve
de la cocina, incluso se derrumba en la silla más próxima con la panera en la
mano. A los niños, sin pestañear ni quitarme ojo de encima, los rodea su madre con
los brazos. El marido aprieta en su mano el trinchador del pavo y en la otra,
el cuchillo. Nadie dice nada. El árbol parpadea mudo en un rincón. Estoy a
punto de soltar una risotada, pero entiendo que no viene a cuento. Finalmente, mostrándoles el balde y un cuenco vacíos, con la boca reseca, hablo yo.
—Disculpen que entre así, sé que es temprano, pero ¿podrían
darme de beber? Todo está cambiando mucho, la nieve se agota pronto y en el
camino no he encontrado agua potable. Los renos se me están deshidratando.
#cuentosdeNavidad para ZENDA
Muy bueno Miguelángel. Menuda sorpresa bien narrada.
ResponderEliminarSuerte.
Un saludo indio
Mitakuye oyasin
Gracias, Indio, por tu visita y por dejar tu comentario. Jugar en Zenda es como echar a la lotería, ya sabes.
EliminarUn abrazo de aquí.