sábado, 26 de septiembre de 2020

ALAS


En un rastrillo de fulares, sueños arrinconados, brazaletes y riesgos sin usar, se compró unas alas de segunda mano en muy buen estado. Convencida de que con ellas podría volar, subió a la azotea de unos grandes almacenes y, ante una asombrada clientela que tomaba café y suizos con nata, saltó al vacío. Tras instantes de incertidumbre, comenzó a planear con tal gracia, que la terraza entera rompió a aplaudir.
Cuando, al sobrevolar su calle, el marido la descubrió surcando los cielos, le gritó desde abajo, con el puño arriba, que si estaba loca, que cómo se le ocurría y que volviera ahora mismo al suelo. A ella, que del mismo sobresalto perdió impulso haciéndole caer en picado, su instinto de supervivencia, desarrolladísimo a esas alturas, le hizo agitar con enorme brío las extremidades, descubriendo que sorprendentemente las alas habían enraizado en sus omoplatos. Por lo que, justo antes de llegar a tocar tierra, el mundo pudo ver cómo, con un bello quiebro, remontaba el vuelo. Y hasta ahora.

El domingo, 20 de septiembre, se cerró un paréntesis (abierto en marzo por la pandemia) y se entregaron los premios del VI CONCURS DE MICRORELATS “Dones veu a les dones”, de MONTCADA I REIXAC, en el que este relato obtuvo uno de los tres.
Enhorabuena a mis compañeras, Montse Maestre y Miriam Criado, ganadoras de los otros dos.

2 comentarios:

  1. Una buena metáfora de la vida. Perder miedos, ganar independencia y autoestima y confianza en uno mismo. Desprenderse de las rémoras. Y volar sin nubarrones.
    Desde luego, es de premio.
    Abrazo virtual.

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    Respuestas
    1. Sí, es una forma de contar lo que muchas mujeres (en esta ocasión hablo de ellas) consiguen hacer en cuanto se lo proponen: volar.
      Muchas gracias, Juan Manuel.

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