Foto casera |
Tiempo atrás mi
casa era como las de los demás. Se reñía lo indispensable, se hacían tarde los deberes
y se tenían más ganas que chocolate en la despensa. Nos bañábamos todos el
mismo día. Se lloraba lo justo para vivir. Para entretenernos, nos rascábamos la espalda unos a otros porque
daba más gusto. Y al llegar la Navidad parecía que teníamos de todo, aunque
seguíamos sin tener casi nada. Lo normal. Ni desgraciados ni lo contrario del
todo. Pero a partir de aquella tarde que la Rosi llegó con las medias
destrozadas, todo se desmidió y se alteraron las medidas. Las riñas, el
chocolate, las horas, los baños, los lloros. Ahora la Nochebuena, por mucho que
intentemos disimularlo con villancicos que nadie sigue, es una noche tan mala como
las demás. Y por supuesto, el acariciarse entre nosotros dejó de ser una forma
gratis de ser feliz.
Relato con el que participo en el concurso de #cuentosdeNavidad de ZENDALIBROS.COM
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Duro relato sobre una realidad pasada que empieza a ser presente. ¡Presente!
ResponderEliminarSí, hay épocas que las historias me salen duras.
Eliminar¿Te vas a presentar, Sr. Ximens?
Una abrazo y Feliz Año.
Lo estoy dejando. No me presento más que Lmb y ENTC.
EliminarEsas medias destrozadas dicen tanto que duele.
ResponderEliminarUn abrazo
Las medias marcan un antes y un después, está clarísimo.
EliminarGracias, Javier.
Un fuerte abrazo.
Jo, como me gusta el tono, lo que cuenta y todo, me gusta todo, tanto que me he animao pero claro contrarreloj ya, pero bueno.
ResponderEliminarBeso navideño.
Uy, este comentario ni lo leí, niña!!
EliminarYa te he dicho sobre el tuyo, creo, que igual que en la SanSil, tiene muchas posibilidades. Está muy bien contando.
Un abrazo grande, ReCompañera.