Los Días Extintos
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Foto de Gabriel Casas |
Cuando hay sol,
pasamos el tiempo buscando colillas aún encendidas, nos las metemos por turnos
en la boca y jugamos a ver quién aguanta más. Al volver mi padre, cansado de tragar,
como dice, se lo contamos atropellados y sonríe orgulloso con esos labios de
lumbre que tiene. Pero los días que hay tormenta, no salimos ninguno de casa.
Solo miramos por la ventana deseando que no moje demasiado nada. Papá pega la
frente al cristal y parece como si llorara por fuera. Es entonces cuando murmura
aquello de que la lluvia es lo peor del mundo para los tragafuegos.
¡Me gusta! Enhorabuena
ResponderEliminarGracias, Sr. Ximens!!
EliminarUn abrazo grande.
Es muy bueno.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Un abrazo tal que así de grande.
Verdad? Tiene algo de nostalgia, aunque uno nunca haya tragado fuegos. O sí.
EliminarOtro más grande, mi Lola.
Muy bueno, muy tuyo, Miguelángel.
ResponderEliminarFelicidades.
Me algodona cuando me decís eso de: muy tuyo. Porque sé que es lo mejor que les imprimo.
EliminarUn besazo, Ángeles.
Salud, por los tragafuegos.
ResponderEliminarSalud. Por ellos y por nosotros, los que tragamos otras cosas, que también tenemos lo nuestro.
EliminarMajo, majo, majísimo microrrelato. Enhorabuena. Un abrazo desde Zaragoza, Victoria Trigo
ResponderEliminarDoña Sra. Trigo, qué ilusión verla por aquí.
EliminarMe alegro de su visita y sus palabras.
Un abrazo enormísimo.