Imagen tuneada de la red |
Nací con miedo. Un miedo atroz a defraudar. A los demás.
A mis padres primero. Sobre todo a él, que tanto esperaba de mí, que tanto me
animaba a ser lo que creía que yo era. He temido siempre. Toda la infancia y
después también. Temía soñar y que se me notara en los ojos o en los gestos. Que
se me salieran lo pensamientos por los dedos, por la boca, y cualquiera pudiera
verlos.
Mis primeros besos de amor me supieron a trámite. Con el
tiempo dejaron de saber a algo. Y así, tan insípido como asustado, un día la conozco
a ella, a mi esposa, mi compañera más que mi mujer, la gran amiga a la que
siempre le conté todos mis secretos, salvo uno. Y los años van pasando, y el
miedo se tiñe de desazón, de conformismo, de renuncia. De silencios. Y la dicha
parece que fuera así, en colores tenues y difuminados. Y uno lo acaba creyendo.
Hasta que una tarde la ironía entra por la puerta y la
sinrazón galopa hacia la ventana y mi hijo nos trae a su novio a casa. Y yo,
con el latido fuera del pecho, tan sorprendido y emocionado por él, tan desdichado
y confuso por mí, necesito sentarme un instante para no salir volando también
por el ventanal.
Hoy siento que anduve toda mi vida por el camino de al
lado, no por el mío, por otro en tonos pastel; otro desde el que jamás perdí de
vista al verdadero, al estridente, tan definido pero desierto, tan vacío de mí.
Sí, así es. He vivido una existencia paralela a la que me tocaba, la mía permanecerá
intacta, sin estrenar. Ahora sé que nací con temor y moriré sin orgullo.
Relato para #historiasconorgullo de ZENDA.
Me has dejado atónita. Es un relato desde el corazón. Cuántas historias habrán así por estos mundos. Tan duras. Tan reales.
ResponderEliminarUn abrazo orgullosísimo. Eres genial.
Ese final, con el hijo, es todo un acierto.
ResponderEliminar¡Suerte, querido niño!
Es muy bueno tu relato. El giro del hijo me ha gustado mucho y el final fabuloso.
ResponderEliminarBesicos muchos.