Imagen de Camille Witt |
Sabía de madres que amenazan con lanzarse al tren, con tomar pastillas o tirarse por el balcón. La mía siempre advertía que un día saldría corriendo. Y lo hizo.
Primero dio unas vueltas a la manzana, mientras echaban fútbol en la tele. Hacia el final del partido volvió, hizo la cena y puso en remojo unas lentejas, antes de acostarse. Otra vez, también harta, recorrió todo el barrio a paso ligero. Más tarde se apuntó a carreras de madres, a las que no contaba nada. Después, carreras de personas en general, a las que tampoco. Intentaba tapar con maratones los moratones del día.
Una tarde, con el labio recién partido, soltó lo de
correr definitivamente el Camino de Santiago. Mi padre, sin fijarse en su boca,
la empujó de nuevo, gritándole: ya te estás pasando, zorra. Ella no dijo nada;
después de quitarse el chándal, se puso a limpiar la campana extractora, que no
estaba sucia. Ese amanecer salió como el sol, pero ella no volvió a ponerse.
Papá, que nunca quiso entender nada, la busca en Galicia para traerla. Pero yo,
cada noche, me tumbo mirando el firmamento, mientras espero verla pasar
corriendo, feliz por la Vía Láctea..
Relato con el que participé en su día en un concurso y con el que, una vez reciclado, revisado y mejorado, participo en la propuesta de Ana Vidal en un Viernes Creativo de su Bic Naranja, con esta imagen de Camille Witt.
Hola, Miguelangel. Buf, veo que sigues con este blog desde tiempos inmemoriales! Me alegro. Lo he visto porque he abierto un nuevo blog, en la lista de lectura. Y me he encontrado con este relato de hoy mismo. Nos seguiremos viendo. Abrazos!
ResponderEliminarHola, Delia-Valeria!!
EliminarSí, aquí lo mantengo aún. Lo alimento poco por eso. Cada cosa que se hace pública, intento colgarlo también aquí.
Voy a buscar tu blog.
Un abrazo.
PD. Echo de menos tus micros...